Tema tratado en la Reunión: Proyecto de Presupuesto General de la Administración Nacional para el ejercicio fiscal correspondiente al año 2009.

Sr. Raimundi.- Señor presidente: una comisión del Parlamento es un ámbito político. La discusión del presupuesto tiene una mirada desde la técnica de la economía y una mirada política.

Aquí están distribuidos los bloques y cada uno hace la lectura de acuerdo con el lugar político que tiene.

Lo primero que me gustaría dejar en claro es que no hay una sola mirada de la oposición. Hay sí una mirada desde el oficialismo –que es comparativa- y una mirada que tiene su lógica. Se trata de una mirada que compara con el pasado. En comparación con otros tramos de nuestra historia reciente hay que coincidir –no porque uno esté más lejos o más cerca del oficialismo- con un dato de la realidad que es inobjetable. Concretamente, venimos de situaciones donde, o no había presupuestos o los presupuestos se aprobaban un año o dos años después de haberlos ejecutado o los mismos tenían una previsión de cómo iba a evolucionar la economía y terminaba evolucionando de la manera inversa a la que presupuestaba.

Si uno compara este presupuesto –en el marco de una situación de crisis internacional- con los presupuestos anteriores, sería muy poco honorable de nuestra parte no reconocer que estamos en un tramo de la historia económica de nuestro país completamente distinta. Desde ese punto de vista comprendo la mirada que tiene el oficialismo.

Tal vez la pregunta sería si la construcción del futuro se explica solamente por la distancia con el pasado. Quizás allí encontremos miradas distintas con el oficialismo y con otras oposiciones. Me refiero a oposiciones que no solamente se expresan desde una banca. En las bancas se expresan opiniones políticas de la sociedad y la sociedad expresa poderes distintos.

He escuchado a algunos medios -de los cuales también se alimenta alguna oposición- hablar hoy, en el medio de esta situación mundial, de la tasa de riesgo país. Eso es un crimen político. ¿Cuál es el valor?

Primero, ¿quién califica? ¿Con relación a qué legitimidad? Y si uno tuviera que considerar el riesgo de esa calificadora, habiendo medios que detrás del valor del dólar y de la caída de los mercados internacionales agregan como dato demostrativo de la realidad económica de nuestro país la tasa de riesgo país, entonces digo que aquello es un crimen político.

Seguramente hay alguna oposición política que se regocija porque creerá que aquello le permite crecer electoralmente. No es nuestro caso, señor presidente.

Es más: hace un tiempo se discutió un borrador de proyecto para modificar la Carta Orgánica del Banco Central, quitándole esa famosa independencia y vinculándolo más con los temas de la economía doméstica que solamente con la base monetaria, y eso se impugnó porque no estaba de acuerdo con los criterios de los paradigmas internacionales de la economía.

Ahora resulta que cuando los centros económicos internacionales desde el poder político de la principal potencia -paradigma de la independencia de los bancos centrales- le tienen que pedir fondos a la Reserva Federal para poder ayudar a las empresas que por la propia desregulación no pudieron salvar del desastre, ahí la Reserva Federal no tiene independencia. Tiene que cumplir la instrucción política del poder estatal.

Por lo tanto, una propuesta superadora planteada desde una oposición que no se regodea con esta crisis podría ser volver a discutir que el Banco Central no solamente tiene que utilizar reservas de libre disponibilidad para pagar deuda pública sino también para pagar deuda social y para generar una cobertura desde el punto de vista distributivo que amaine los efectos negativos de la crisis internacional y su repercusión sobre la Argentina.

Con relación a los superpoderes, algunos compañeros o ex compañeros míos que hoy se encuentran presentes –y otros que no están-, no me dejan mentir: personalmente no desaprovecho una sola oportunidad para hacer mi autocrítica. Estoy arrepentido de haber votado cosas que no tendría que haber apoyado, las que considero una mancha en mi historia política.

La primera vez que volví al Parlamento en este último tramo, hice una carta abierta que entregué en la sala de cronistas parlamentarios –además de enviarla por correo electrónico y que está acreditada-, porque yo repudio a aquellos dirigentes políticos que pronostican el futuro sin hacerse cargo de lo que hicieron en el pasado. Y como cuando los veo siento repugnancia, no quiero que se sienta eso mismo de mí.

Yo me puedo arrepentir de algunas cosas, pero tengo que hacer la autocrítica, hacerme cargo y decirlas concretamente. No me avergüenzo sino que me arrepiento, porque no hubo nada oscuro detrás.

Yo voté recortando –no ampliando- facultades extraordinarias de algún ministro porque pensé de buena fe que esa era la única carta de salvación que tenía la recuperación de la autoridad política en el país en un determinado momento. Y justamente por haber hecho eso, es que no volveré a hacerlo. Pero tengamos cuidado, porque si hay que honrar las deudas y controlar la gestión pública, también debemos empezar por honrarnos a nosotros mismos.

Entonces, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de superpoderes? En esto tengo que coincidir con la posición de quienes dicen que esos sí eran superpoderes. Ahora bien, ¿Qué hago si estoy en una provincia, soy el Ejecutivo y tengo que reasignar una partida?

Esta Cámara ha sancionado en los últimos dos o tres períodos leyes referidas a las actividades bovina, porcina y caprina, a la emergencia agropecuaria y al rescate de Aerolíneas Argentinas. Sin ir más lejos, esta última no estaba prevista en el presupuesto anterior.

 

 

No estaba presupuestado. Por lo tanto, ¿de dónde iba a salir la plata del rescate si no era por una reasignación de partidas?

Me pregunto ¿por qué no honramos a este Parlamento? Y no me refiero ni al oficialismo, ni a la oposición, ni al que cuando está en un municipio o en una ciudad usa facultades pero cuando tiene una banca acá la critica. ¿Por qué entre todos no nos comprometemos a hacer una ley que ponga límites, porcentajes y plazos a las facultades que tiene cualquier ejecutivo que debe administrar un presupuesto para poder resolver situaciones de emergencia? No usemos más esto como bandera electoral. No lo usemos más como botín de guerra entre oficialismo y oposición, démosle una solución superadora.

La verdad que cuando yo tengo un Poder Ejecutivo que manda una ampliación del presupuesto por 35 mil millones de pesos con la forma de DNU, eso no es una reasignación de partidas para resolver una emergencia sino que significa malversar un instrumento constitucional que no se justifica.

Por ejemplo, cuando se hicieron pronósticos como pasó en presupuestos anteriores sobre un nivel de crecimiento y de inflación subestimados, con lo que se recauda por más inflación y por más crecimiento se suma una masa crítica de recursos que, como no están presupuestados, desde la perspectiva política del Poder Ejecutivo se utilizan discrecionalmente. Eso tampoco es honrar la calidad institucional de un país y a eso también tendríamos que comprometernos.

Hablando de propuestas superadoras, este presupuesto marca la orientación de la política económica y la orientación social de la política del gobierno. Entonces, por ejemplo, si tomamos el rubro impuestos vemos que la relación entre presupuesto 2007-2008 y 2008-2009 en materia de estructura tributaria es exactamente igual, cambian los números porque se ajustan por inflación pero no se modifica la estructura tributaria; al mismo tiempo se quiere proteger a la Argentina de los riesgos del enfriamiento global de la economía.

Por ejemplo ¿por qué hoy bajó el precio de la soja? ¿Significa que se alimenta menos gente en el mundo que hace tres meses? ¿O que la renta financiera en los mercados internacionales de la soja hoy fue sacada de ahí porque da más utilidades comprar artículos derrumbados de la deuda norteamericana para poder venderlos en los mercados a futuro?

Yo me pregunto ¿qué pasa si en la estructura de la política económica que viene grabamos la renta financiera? ¿Qué hubiera pasado si en el momento del conflicto con el campo hubiera estado grabada la renta financiera? Los que no vendían, no lo hacían, pero pagaban. De esa forma se compensa la réplica del IVA que sigue manteniéndose para los consumos esenciales cuando lo que se tiene que conseguir es política interna redistributiva para que la gente pueda consumir y no se vea afectada por los riesgos del enfriamiento de la economía mundial. ¿No es eso necesario para estudiar y discutir una visión superadora?

Podría seguir, señor presidente, pero quiero comentar que mañana haremos una jornada junto con el bloque Buenos Aires Para Todos -no sé qué pasará con algún otro bloque- actores sociales de la educación, del sistema previsional y del sistema productivo. No pudimos hacerla en el seno de esta comisión pero la haremos mañana y veremos cuál será el contenido de nuestro dictamen; creo que tenemos un plazo para eso.

 

 

Vamos a trabajar sobre la estructura de los subsidios, no porque neguemos el subsidio como herramienta, pero una cosa es subsidiar a una empresa que me dice que para que yo mantenga el boleto de transporte tengo que cobrar un subsidio y otra muy distinta es subsidiar al pasajero por esa diferencia en el boleto.

Si subsidio al pasajero doy a la empresa la tarifa que necesita y la obligo a hacer las inversiones que corresponden. Pero si la mantengo con una tarifa subvaluada no solamente no puedo obligarla a hacer las inversiones sino que la obligo a que pase mensualmente por la Secretaría de Transporte a devolver los favores.

Vamos a trabajar sobre la concentración de la formación de precios. No quiero explayarme más sobre este tema porque voy a hacerlo en el recinto. Trataremos de hacer un cálculo realista de los ingresos y de los gastos porque con las perspectivas que tiene el comercio internacional no hay certeza de que los ingresos por derechos de exportación sean los que prevé este presupuesto.

Voy a hacer referencia a otra propuesta superadora. Hace un ratito estuve con otros compañeros de mi bloque y con el canciller de la Argentina. ¿Saben por qué? Porque muchos riesgos que hoy corre Argentina se deben a juicios internacionales por demandas radicadas en el CIADI a partir de los Tratados de Protección de Inversiones de la década del 90. Y hoy, por haber caído la legitimidad internacional de esos organismos y de esas consultoras, lo que la Argentina tiene que hacer es sentarse a discutir la denuncia en masa de estos tratados de protección internacional para terminar con los riesgos de las demandas de tribunales internacionales y recuperar la soberanía estatal sobre la desregulación financiera que se acaba de caer en el mundo. Y así podríamos seguir mucho más.

Señor presidente: hay algunas cosas concretas del presupuesto que nos preocupan. No estoy en desacuerdo, al contrario, con la actividad de control del ONCCA. Sin embargo entiendo que tiene que controlar subsidios por 3.700 millones de pesos y cuenta solamente con 96 empleados. Y estos pormenores del presupuesto –que son muchos nos hubiera gustado discutirlos más en profundidad.

Si cambiaron la planilla 12 del capítulo relativo a las universidades nacionales espero que así sea, entre otras cosas es porque sacaron los 35 millones de pesos a la Universidad de Río Negro que curiosamente no tiene aprobado ningún plan académico por la Comisión Nacional Universitaria. Se trata de una universidad política y no académica. Mientras que hay otras universidades, como la Universidad del Noroeste de mi provincia, que tiene 25 mil alumnos matriculados y un presupuesto inferior. Espero que haya sido para racionalizar el contenido de esa partida.

Entonces termino diciendo que nuestra mirada es que tiene que haber un presupuesto orientado a una política económica que proteja a los sectores más vulnerables de la Argentina de los riesgos del ajuste internacional. No somos abogados del ajuste. Todo lo contrario. Tenemos que proteger todavía más a la Argentina entendiendo la mirada del oficialismo, si la compara con el futuro, pero diciendo que el futuro es mucho más que la ausencia del pasado.