Las elecciones legislativas nacionales del 28 de junio pasado significan muchas cosas. Para unos, un alivio, porque ahora los -amados y odiados- kirchneristas no gozarán de cómodos números para aprobar “sus” leyes con apuro y por la fuerza. Para otros, un espectáculo que está por comenzar ya que bajo su interpretación, el Congreso será una guerra constante entre Néstor Kirchner, Elisa Carrió, Fernando Solanas y Martín Sabbatella, por nombrar los más mediáticamente carismáticos. Para otros, es un final, o una invitación a tomar el lugar de espectador. Uno de los tantos que terminan su ciclo de 4 años en el Congreso Nacional es el -ahora- ex diputado y miembro del bloque Solidaridad e Igualdad, SI, Carlos Raimundi.

CARLOS RAIMUNDI, SOLIDARIDAD E IGUALDAD
“Se corre el riesgo de ser funcionales a la derecha”


En el interior del progresismo parecen existir discrepancias no saldadas sobre cómo encarar la relación parlamentaria con el oficialismo y la oposición.
Son diferencias de miradas que existen desde hace ya tiempo. Es más, la mayor parte de los proyectos que votamos acompañando al Ejecutivo, a los que les hicimos reformas de puño y letra, no los hubiésemos apoyado si hubiera sido por quien presidía nuestro bloque. Hubo un debate fuerte y ganó la posición mayoritaria. 
¿Se refiere a Eduardo Macaluse? 
Hay posturas de Eduardo que la mayoría del bloque no comparte.

El dirigente del SI opina sobre el acuerdo entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem.

- ¿Por qué Raúl Alfonsín realizó el Pacto de Olivos con Carlos Menem en 1994?
–Primero hay que volver a humanizar la figura de Alfonsín porque se la idealizó a partir de su muerte.  Se lo resignificó por rasgos del último tramo de su vida, que no es lo mismo que cuando fue presidente.

Por Carlos Raimundi, Emilio García Méndez y Oscar Belbey *

La frase del título pertenece al histórico dirigente del ala izquierda de la Democracia Cristiana chilena, Radomiro Tomic. Fue, en cierto sentido, un anuncio premonitorio de la violencia que acabó arrasando con los mejores sueños de la región. Es probable que en la incapacidad de forjar un compromiso razonable entre sectores progresistas se encuentre alguna de las causas de los sucesos que, siendo historia, siguen condicionando hasta hoy la suerte de los intereses populares. Es obvio que ninguna extrapolación de hechos históricos es posible y mucho menos deseable. Sin embargo, sería un desprecio gratuito de la experiencia ignorar el aprendizaje de hechos de esta magnitud, sobre todo cuando el debate actual sobre los cargos ante la nueva composición del Congreso nacional presenta algunos puntos inquietantes.

“Quien no recuerda la historia está condenado a repetirla”, una frase que por error se atribuye al Carlos Marx del “18 Brumario”, pero que en realidad pertenece a ese lúcido y heterodoxo conservador llamado George Santayana. ¿Es posible alcanzar objetivos legítimos, coherentes con las posiciones de un centroizquierda democrático sin reparar en las alianzas para lograrlo? ¿Es posible evitar un extravío político irreparable en esas condiciones?

“Progresistas y de derecha hay en los dos lados.” Esta aseveración parte de reconocer, implícitamente, la lógica binaria que el SI procuró romper desde los albores de su acción parlamentaria. Pero además, lejos de ser un análisis político, constituye una simple obviedad.

APOYAR LA PROPUESTA NO SIGNIFICA COMPARTIR LA FORMA DE FINANCIARLO

Por Carlos Raimundi (*) BUENOS AIRES, oct 31 (DyN) - La propuesta del Poder Ejecutivo constituye un avance que si bien no llega a terminar con la pobreza se encamina en la dirección correcta.