“Permanentemente me trato de poner a prueba y ver si le puedo  sostener la mirada al joven que fui”

Entrevistas

“Permanentemente me trato de poner a prueba y ver si le puedo sostener la mirada al joven que fui”

Sin comentarios 08 Abril 2010

Por Julia Mengolini y Martín Rodríguez
Fotos: Gianni Buono

 

Carlos Raimundi entraría en la misma lista que Víctor Hugo Morales: se convirtió en los últimos tiempos en uno de los mejores defensores del oficialismo… sin ser oficialista. Rara paradoja de un Gobierno, pero un hecho que sólo se explica si se conoce en profundidad el pensamiento y la trayectoria de Raimundi. Desde el Congreso hasta fines del año pasado (donde concluyó su mandato como diputado) hasta sus incursiones públicas en actos y medios, se puede apreciar una sensibilidad distinta en el uso de la palabra y una defensa de convicciones que no parecen estar mediadas por el cálculo y la especulación. Es miembro del joven partido SI (Solidaridad e Igualdad), y su visión e historia sirven, quizás, para que muchos jóvenes aprecien que no todos son lo mismo, como se machaca desde los cuatro puntos cardinales.

 

- ¿Cómo te metiste en política? ¿Por qué empezaste a militar?
- Desde que tengo memoria de mi mismo, tengo vocación política. Mis primeros recuerdos tienen que ver con cierta ubicación frente a la realidad. Pocos chicos tan chiquitos se acuerdan de hechos políticos de los que fuimos contemporáneos: el conflicto que hubo entre 2 bandos militares en la década del 60, los azules y colorados; la muerte del Papa Juan XXIII; la muerte de Kennedy…

- Hay que hacerte la pregunta: “¿Dónde estabas cuando murió Kennedy?”
- Tanto no recuerdo, yo tenía 6 años, pero sí recuerdo los títulos de los diarios. Y acá influyó mucho eso porque a principios de los sesentas, Estados Unidos tenía muchísima influencia sobre América Latina. En aquel momento se vivía un clima de lo que se llamaba el panamericanismo, es decir, toda América Latina detrás de los Estados Unidos.

- ¿En qué andabas en los 70’s?
- Yo soy de una generación un poquito menor que el corazón de la generación más activa en la Argentina. La gran mayoría de los desaparecidos, y de los militantes de aquel momento, hoy serían un poco más grandes que yo, pero nosotros éramos como las divisiones inferiores de eso, los mirábamos con cierta admiración. Después ya hay una tercera etapa, cuando estudié en la facultad de Derecho de La Plata en la dictadura, que explica mi ingreso al Partido Radical, porque yo jamás fui ni me sentí un radical de entraña, de sentimiento.

- Era un poco raro no ser peronista en el 73, ¿no?
- Bueno el hecho de que yo no fuera peronista en aquel momento tiene que ver con mi procedencia familiar. Me había enterado por mi padre de los rasgos autoritarios que tenía el peronismo en su momento pero nunca me había enterado de los rasgos sociales ni de los rasgos autoritarios del antiperonismo, eso lo tuve que incorporar solo, autodidácticamente, pero nunca por enseñanza familiar. Yo vengo de una familia extremadamente gorila y eso puede ser la razón por la cual no adscribí al peronismo, si bien yo vibraba con Perón, con los discursos en la plaza, con las clases de adoctrinamiento. Es paradójico porque mi biblioteca tiene muchos libros del marxismo internacional, pero tiene muchos libros del socialismo nacional: Hernández Arregui, libros de Perón como La Hora de los Pueblos, Manual de Doctrina y también muchos libros de reinterpretación del peronismo como los de Feinmann.

- Igual, había muchísimos hijos de gorilas que después se hicieron peronistas, casi exagerados.
- Pero yo tenía 12 o 13, todavía venía con parte de la cuna que tenía. La dictadura en el año 76 cierran todos los Centros de Estudiantes del país. El primer Centro que se reabre por la lucha de los estudiantes fue el Centro de Estudiantes de La Plata, por una junta de miles y miles de firmas que en ese momento era un hecho, no digo revolucionario, pero sí lo suficientemente audaz, y eso me atrapó mucho. Ahí es donde tengo que decidir por una de las dos juventudes mayoritarias y en ese contexto daba la sensación de que la Juventud Peronista tenía más vinculo con el pasado de la Argentina y la figura de Alfonsín, la Franja Morada y la Junta Coordinadora -que en aquel momento era un centro de doctrina, no un centro de negocios como se convirtió después- eran un gran atractivo para los jóvenes que como yo no eran ni de los 70’s ni de los 80’s. Además la Junta Coordinadora tenía en ese momento métodos de análisis marxistas y una estructura piramidal de formadores. El primer cargo que tuve en el Centro de Estudiantes de Derecho fue de secretario de Deportes y Fiesta. Me pareció mucho más estratégico porque el secretario de Organización no tenía tanto contacto con los estudiantes como el que organizaba las peñas y los campeonatos de fútbol, porque además en la facultad no se podía hablar, no estaba permitida la reunión. Entonces, en los intervalos de los campeonatos era cuando hablábamos de política. Ahí tuve un ascenso muy fuerte en la militancia estudiantil de La Plata y ya después fui presidente de la Juventud Radical.

- Dijiste que tus primeros recuerdos tienen que ver con cierta ubicación frente a la realidad, ¿qué ubicación vendría a ser esa?
- Yo tengo una matriz de izquierda y no era imposible no ser peronista en los 70’s, era imposible no ser de izquierda. La izquierda argentina tiene una particularidad y es lo que no termina de consolidar su unidad: hay una izquierda de vertiente peronista muy fuerte y hay una izquierda de vertiente no peronista que reniega que el peronismo pueda ser una fuerza de izquierda. Pero el peronismo no es una fuerza de izquierda por doctrina, el peronismo es una fuerza de izquierda por quién es el sujeto peronista. Los jóvenes argentinos preferimos poner en disputa los partidos tradicionales en lugar de construir una fuerza de izquierda autónoma y unificada, pasó en el peronismo, pasó después en la Juventud Radical. Nosotros creíamos que podíamos convertir al radicalismo en la fuerza de centroizquierda en la Argentina. Cuando nos dimos cuenta que no era así intentamos una fuerza distinta que era el Frepaso, que termina haciendo una alianza con el radicalismo. Entonces estamos siempre poniendo en disputa los partidos tradicionales y a mi me parece que eso retrasa la construcción de una fuerza autónoma. Todavía hay una memoria histórica de ese sujeto social que no es totalmente revolucionario, que es el pueblo argentino, pero sin el cual no se puede emprender ningún proyecto revolucionario. Y por lo tanto ahí hay un aprendizaje que los que venimos de la izquierda no peronista tenemos que hacer­: saber que la síntesis tiene que ser con el peronismo. Uno abraza la política porque vibra con la injusticia, porque tiembla con la pobreza. Y el último, casi el único momento de la historia argentina donde hubo un pueblo feliz con un dirigente que hacía lo que el pueblo quería fue con Perón. Ninguno interpretó como Perón la felicidad del pueblo, con todas las connotaciones negativas que le podamos agregar a eso y que pasaron tanto en aquella época y que se profundizaron después, pero también hay una etapa épica de la resistencia que es muy importante. Yo creo que hay una cosmovisión más conservadora y una cosmovisión más progresista como maneras de ubicarse frente a la realidad.

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- ¿Cómo serían esas maneras?
- Hay gente que piensa que las decisiones autónomas de una sociedad están pasadas de moda, ya no pertenecen a esta etapa. Otros sabemos perfectamente que hay condicionantes a esa autonomía pero que la autonomía es un principio a defender en la política. El papel del Estado es tan viejo como la historia de la política: hasta dónde el Estado y hasta dónde la libertad privada. Ahí también las personas nos ubicamos en distintos lugares para mirar. No todos interpretamos las gestas históricas de la misma manera. No es casual que Aguad no estuviera en la marcha del 24. Su posicionamiento en el presente tiene que ver también con una interpretación de lo histórico. No nos posicionamos igual frente a la libertad de orientación sexual o de lo derechos personalísimos de las personas. No nos paramos igual. Entonces, eso va construyendo todo un universo de ideas de derecha y un universo de ideas de izquierda, y yo creo que eso es saludable para un país. Los países que tienen democracias más desarrolladas son los que construyen políticas de estado a partir de identidades ideológicas fuertes. Acá hay como una tentación a creer que para poder formar políticas de estado tenemos que diluir las ideologías, yo creo que es al revés, yo creo que vos tenés que reafirmar tu ideología, hacer alianzas desde unidades de concepción y no partidos “atrapa todo”, desde unidades programáticas y doctrinarias. Esto fue uno de los grandes abismos de concepción, abismos doctrinarios que yo tuve en el último tramo que pertenecí al ARI, porque Carrió estaba demostrando que pensaba construir grandes acuerdos institucionales desde la confusión ideológica.

- Lo pre-ideológico.
- Cuando uno plantea que el factor de aglutinación de la política es la moral, cancela el debate político primero, porque si vos decís: “yo tengo que estar en un partido donde estén solamente todos aquellos que no roban, que no mienten, que no usan”, de ahí se deduce que todo aquel que no esté conmigo es porque roba, miente o usa, por lo tanto, no puedo discutir ideología.

- Era como con la Ley Banelco, que uno a veces pensaba “¿quién votó gratis la flexibilización laboral?”.
- Yo voté a favor. (Silencio.) Pero no puedo hablar del presente y del futuro si previamente no me arrepiento y si no tengo voluntad reparadora de algunos puntos oscuros de mi pasado, de los cuales me arrepiento, no me avergüenzo. Se demoniza la reforma laboral con la Banelco en el Senado y es cierto que flexibilizaba algunas cosas pero no era la flexibilidad de Menem, premiaba el trabajo registrado. Si yo la comparaba con la Ley de Contratos de Trabajo del año 74 era una ley retrógrada, yo la tengo que comparar con tres años de recesión y ver si con ciertas flexibilidades podíamos conseguir inversiones para que empezara a haber fuentes de trabajo. El error no está en las votaciones, mi error fue haberme confundido y creer que todavía había alguna expectativa de cambio con el gobierno de la Alianza, ese fue el error. Mi error fue de lectura política. El problema es si uno se puede rehacer de los errores con una voluntad reparadora muy fuerte en los hechos, no solamente en las palabras.

- Es interesante como en vos se vio la emergencia de una izquierda que no tiene pruritos -en un momento donde se tienen más costos que beneficios- de apoyar medidas del Gobierno.
- Permanentemente me trato de poner a prueba y ver si le puedo sostener la mirada al joven que fui. Y el joven que fui entró a la política por convicción, no entró por ningún interés económico ni mucho menos. Yo creo que hoy hay una lucha muy fuerte por las convicciones, y una de las más preliminares convicciones es devolver la política al universo de las ideas. Si yo hubiera especulado con algún apoyo no hubiera hecho lo que hice. ¿Cuál es la victoria política de uno? Actuar en función de lo que cree correcto. El riesgo que tenemos es que un eventual reemplazo por derecha de este gobierno sea de políticos gerentes, de políticos que hacen play back, de políticos a los que les escriben la letra y ellos simplemente mueven los labios, De Narváez es eso, Cobos es eso. De Narváez en su vida recorrió un barrio humilde del conurbano y ganó las elecciones con votos en los lugares humildes. ¿Por qué? Exclusivamente porque tiene millones de dólares. Entonces, de la única manera que yo puedo competir es cambiando la agenda de prioridades, resituando la política en el universo de las ideas y no de la especulación y del dinero. No estoy apoyando “al Gobierno de”, estoy apoyando el rol del Estado, la recuperación de una aerolínea de bandera, estoy recuperando una herramienta de política publica como los aportes jubilatorios, estoy apoyando la Ley de Medios, estoy apoyando que la Argentina no esté en el Alca. Dentro de eso sí voy a criticar algunas cosas, voy a criticar cómo se manejan los recursos del Indec y los recursos de la Anses. Si el proyecto del Banco Central había que presentarlo por ley o por decreto, puedo cuestionar eso, como creo que hay muchas cosas para cuestionar, como creo que está pendiente la reforma tributaria. No voté la ley de Reforma Política, no voté la ley de Blanqueo de Capitales. ¿Por qué? Por las mismas razones por las cuales voté lo otro, porque estaba convencido de que no estaba bien.

- Hay algunos de los que se esperaba otra cosa…
- No están en el mismo plano el haber recuperado para el estado los recursos de la Anses que cómo se utilizan, porque la discusión de cómo se utilizan solamente la puedo dar una vez que gané la primera batalla, si no hubiera ganado esta batalla, hoy tendría que seguir discutiendo las comisiones de Consolidar o de Siembra. Entonces, cuando veo sectores progresistas que no saben distinguir estos planos… Se podría decir que las leyes laborales todavía no son las ideales, pero en este último tramo las leyes que se votaron fueron a favor de recuperar umbrales de dignidad para el trabajador. Yo puedo decir que los recursos para educación todavía son insuficientes, que los aumentos de las jubilaciones fueron exiguos, pero venimos de un contexto donde se bajaba eso. Entonces no me permito formar parte de un Grupo A que el único objetivo que tiene es hacerle la vida imposible a un gobierno que redujo a un tercio la relación deuda-producto. Que no habrá abordado el tema de la deuda como yo lo hubiera querido, es cierto, pero tampoco puedo decir que endeudó el país. A un Gobierno que en el medio de una crisis internacional y en el medio de un boicot de los actores más poderosos del poder económico y financiero, aguantó y sacó a la Argentina de la dinámica de la crisis externa. ¿Cómo le voy a hacer la vida imposible? A un Gobierno que pone a una presidenta del Banco Central como Marcó Del Pont cuando yo toda la vida creí que los Bancos Centrales no pueden ser independientes de la política, a un Gobierno que desde luego ahora tiene más problemas de financiamiento, justamente, por todos los estímulos fiscales que puso para poder sostener la actividad económica, para poder sostener el régimen de paritarias, para poner la Asignación Universal por Hijo, para poder generar consumo y poner en el mercado interno la energía que se estaba perdiendo por el descenso de los niveles de liquidez y de actividad en los mercados externos… ¡yo no le voy a hacer la vida imposible! A mi me parece que esto lo van a pagar, yo creo que el Grupo A lo va a pagar.

- ¿A que le decís Ni a Palos?
- A Estudiantes de La Plata.