APUNTES SOBRE EL INFORME DEL PNUD “La Democracia en América Latina” *
* Carlos Raimundi

Toda invitación a reflexionar y debatir es elogiable. Pero no por eso las perspectivas de tal debate tienen que ser automáticamente auspiciosas. Eso dependerá no sólo de contar con enunciados correctos, sino de analizarlos con la suficiente profundidad.
Comienzo por opinar que el tono del informe se presenta cuestionador, pero al mismo tiempo, no sale de los límites de lo que llamamos “políticamente correcto”. Nada impide “cuestionar” en términos “políticamente correctos”. Es decir, con un nivel de enfrentamiento que resulte tolerable para la misma estructura de poder que se cuestiona.

Luego de dos décadas sin gobiernos militares, lo que debiéramos discutir es la esencia misma y el destino de la Democracia, y no algo tan poco creativo como la ausencia de autoritarismo. Si el pasado autoritario está fresco, es porque faltó la Justicia.

LA DIMENSIÓN ÉTICA
Carlos Raimundi
"Las creencias son las que realmente mueven a una sociedad” Ortega y Gasset

 

La última fantasía paranoica norteamericana es la de un individuo que vive en un idílico pueblo californiano, un paraíso del consumo, y de pronto comienza a sospechar que el mundo en el que vive es una farsa, un espectáculo montado para convencerlo de que vive en la realidad, un show en el que todos a su alrededor son actores y extras. El ejemplo más reciente de esto es The Truman Show, de Peter Weir, en la que Jim Carrey encarna al empleado local que gradualmente descubre la verdad: que él es el héroe de un show televisivo transmitido las 24 horas, y que su pueblo es, en rigor, un gigantesco set de filmación por el que las cámaras lo siguen sin interrupción. Entre sus predecesores, vale la pena mencionar la novela Time Out of Joint (1959) de Philip K. Dick, en la que el héroe vive en un idílico pueblo californiano a fines de los 50, y gradualmente descubre que toda la ciudad es una farsa montada para mantenerlo satisfecho… En ambos casos, el mensaje es elocuente: el paraíso del consumo capitalista es, en su hiperrealidad, irreal, insustancial, privado de toda inercia material.

Ya nada será igual
por Beatriz Sarlo

Menem fue preso. Chacho Alvarez se desvaneció: dos protagonistas de los últimos diez años no están en juego. Menem construyó un poder para imponer cambios cuya profundidad resultó tan inesperada como irreversible. Alvarez prometió nuevas formas de “hacer política” para lograr cambios que no invirtieran sino que (corrigiéndola) partieran de la línea que trazaron los producidos por Menem. Alvarez dejó el peronismo y rompió con una nitidez nunca vista con los mitos del movimiento; nadie, antes que él, se fue del peronismo denunciando que ese partido ya no tenía ni en su tradición ni en su presente elementos que le permitieran renovar su histórico programa de ampliación de derechos, y que también carecía de la vocación republicana que le permitiera encabezar una renovación institucional y cultural de la política. Menem transformó al peronismo en el pivote de una alianza electoral que ese partido no había conocido antes; forzó caudillos, reemplazó direcciones y armó nuevas pactos en las provincias y en el aparato partidario. Ambos se sintieron llamados a dirigir una renovación. Hoy, después de doce años, Menem trata de volver a un lugar que no acepta haber perdido; y Alvarez se retiró de todos los espacios que había ganado, incluso del frágil instrumento político que inventó en los noventa.