Buenas tardes. Ustedes vieron que estamos en crisis en el mundo, la crisis financiera que están padeciendo varios países de Europa. Incluso, la economía internacional estuvo en vilo hasta hace unos días, debido a la crisis presupuestaria de los EE.UU. Y estamos en crisis desde aquel lunes negro del 15 de septiembre de 2008, cuando cayó el fondo de inversión Lehman Brothers.

El mundo tiene, tomando números redondos, 7.000 millones de habitantes. De ellos, 4.000 millones viven bajo la línea de pobreza, y 1.000 millones tienen hambre. Cuando se habla de estas magnitudes uno tiende –al menos yo- a imaginar gráficos, estadísticas. Pero son personas, que, el día que nacieron eran ontológicamente iguales que nosotros, que mis hijos. Con la diferencia que mis hijos tuvieron el privilegio de poder estar nutridos, vacunados, de haber ido a la escuela. Pero son iguales.

Ahora bien, hablamos de crisis cuando cae un fondo de inversión, no cuando un ser humano padece hambre. La caída de un grupo financiero es una crisis, el hambre de un ser humano es un hecho que naturalizamos. Entonces, la pregunta es: ¿Tienen algo que ver las grandes cadenas de comunicación, con el sustrato cultural desde el cual una parte importante de la humanidad interpreta estos fenónmenos, con nuestra escala de prioridades…? Ellas no son los portavoces, sino parte fundamental de la estructura de poder que genera estas situaciones, y necesita que naturalicemos el hambre, y pongamos el grito en el cielo por la caída de un grupo inversor.

Además han sido muy inteligentes para naturalizar, también, un sistema institucional para el cual es natural que la conducción de las grandes corporaciones se mantenga inalterable durante décadas (como Cristiano Ratazzi al frente de la cámara de automotores, la oligarquía terrateniente al frente de la Sociedad Rural, la oligarquía financiera al frente de las asociaciones de bancos, Magnetto al frente de Clarín, la cúpula retrógrada del episcopado en la conducción de la iglesia, la embajada de los EE.UU. al frente de las políticas golpistas), y que la gente no se escandalice de eso, y que de lo único que sí se escandaliza es de la continuidad de un mandato popular a un líder político. Lo único que tiene que rotar es la política, que es, justamente, la única voz que tiene el pueblo –y no en todos los casos- en esa mesa de poder. Esta es una manera de debilitar a la política, justamente de la mano de aquellos mismos a quienes la política favorece. En definitiva, el “Discurso del Amo”, en boca del esclavo.

Y cuando uno da cuenta de las batallas que hay que dar desde nuestros proyectos populares en la región, por ejemplo: ¿cuánto tiempo demanda descorporativizar a nuestros Estados, colonizados por los grupos económicos? ¿Cuánto tarda descolonizar al Estado? ¿Cuánto demanda diversificar nuestras matrices productivas, para no depender de los grandes grupos concentrados? ¿Un mandato presidencial? ¿Una elección de medio término? En definitiva, ellos, los grupos económicos, tienen tiempo. No tienen que hacer rotar sus conducciones, constituyen un poder de largo plazo, son los poderes permanentes…

Tienen tiempo para horadar, para erosionar, para desgastar… Y los más peligrosos no son los programas periodísticos políticos que se llenan de opositores. Desde luego que cumplen su función, pero no es lo más peligroso. Lo más peligroso es lo que hacen desde la sutileza, como, por ejemplo, cuando se apropian de una fiesta popular como la entrega de los premios Martín Fierro, donde un canalla denuncia que hay una grieta que divide a nuestra sociedad, pero el símbolo de su programa es el ‘fuck you’. O cuando un actor de comedia denuncia con toda liviandad y falsedad que desde el gobierno lo quieren matar. Eso es lo que no penetra desde lo ideológico, sino desde la utilización aviesa de los afectos populares…

O esa habilidad que tiene el poder, al manejar la formación de sentido desde los medios hegemónicos, para convertir en malas a las cosas buenas. Por ejemplo, la capacidad de ahorro que ahora tienen vastos sectores sociales que nunca la habían tenido, se convierte en algo malo porque ‘se los obliga a comprar autos y televisores en lugar de dólares, que es lo que ellos quieren…’ El dólar es un recurso escaso en nuestro país, por lo tanto, así como nadie compra petróleo, Btu de gas o megavatios de energía hidráulica en el ostrador de un comercio, tampoco tiene por qué comprar dólares. Sin embargo, hasta no hace mucho, comprar millones de dólares era un hecho natural…

Es decir, se naturalizan estas cosas. Por eso, nuestro desafío es batallar por un nuevo sentido común, por la formación del sentido. Es cómo hacer para que estas cosas que parecen naturales, dejen de serlo, y empiecen a ser natural el otro modelo, el popular, el nacional, el democrático, el que utiliza estos procesos para tratar de sembrar un poquito más de felicidad en el pueblo.

Por eso necesitamos el compromiso, no sólo de los comunicadores que hoy nos honran con su presencia, sino también a otros comunicadores, como asimismo a los señores embajadores, para que nos ayuden a construir y multiplicar estos foros a lo largo y ancho del país. Necesitamos, por un lado, un saber académico, pero también un saber popular, para leer estas cosas desde una perspectiva propia, popular. Y salir del corsé cultural que nos imponen las grandes cadenas hegemónicas, que crean sistemáticamente un clima de malestar para que sirva de caldo de cultivo para la desestabilización de la región.

Con esto, dicho muy resumidamente, quiero agradecerles nuevamente el haber venido a esto que es sólo el punto de inicio de un Foro que tiene que multiplicarse por todo nuestro país y por toda América Latina.-