Señor presidente: prometo ser breve, a riesgo de parecer inoportuno en función de esta última discusión.

Sin perjuicio de la frontalidad que han manifestado quienes se expresaron en contra de esta decisión –con quienes coincido?, considero que sigue pendiente un debate de fondo que tiene que ver con esto de construir poder para la política. Mi planteo es testimonial y no va a lo puntual, porque de algunas intervenciones surge que existe algo de fondo que aún está pendiente. Digo esto al margen del tema que involucra a la señora diputada por Santa Fe.
No es el gobierno quien no tiene poder. Es que la política fue perdiendo / frente a los poderes económicos, al no tener capacidad para interpelar a los mercados.
Aquí se intenta aplicar una estrategia que apunta a mostrar un semblante de autoridad ante esos poderes. Así, se procede con autoritarismo para mostrar autoridad. Como no tenemos suficiente poder, tenemos que mostrar que lo tenemos.
El problema es que volvemos a caer en un error histórico, que es dividirnos artificialmente. Me refiero, por ejemplo, al hecho de confundir una fecha patria con un acto partidario; o de confundir a la oligarquía ganadera con un productor agropecuario de un pueblo o de una ciudad del interior. De este modo ubican de un lado la defensa del interés popular y, del otro, la calidad institucional. Con estas actitudes estamos repitiendo el error histórico de dividir artificialmente a la sociedad. Le quitamos poder a la política en lugar de construir un bloque de poder que nos permita defender los verdaderos intereses.
Aclaro que no hago este planteo en forma provocativa, sino todo lo contrario. En algún momento tendremos que dar ese debate de fondo, porque la calidad institucional y la capacidad de fundar un sistema republicano previsible y con seguridad jurídica constituye un instrumento que sirve a la defensa del interés popular. No hay contradicción entre una y otra cosa.
En otros momentos de nuestra historia se confundió el partido con el gobierno. Se decía que la doctrina del partido era la doctrina de la Nación, y se dejó afuera a sectores de la clase media que eran prisioneros de quienes los utilizaban en nombre de la libertad. De esta manera, la libertad quedó de un lado y la justicia social del otro.
Les pido que no volvamos a caer en ese error histórico. Alguna vez tendremos que darnos ese debate y ponernos de acuerdo en que la calidad institucional no está enfrentada al interés popular; es un instrumento que permite recuperar ese poder para la política, para que desde ella podamos enfrentar a los poderes que muchos de los presentes queremos enfrentar. Lamentablemente, en algunos casos nos encontremos en bandos separados, a pesar de que en el fondo pensamos que debemos enfrentar los mismos intereses.