Señor presidente: quisiera referirme a tres puntos concretamente. El primero no es una pregunta sino que es un tema doctrinario. Es una cuestión de concebir la democracia como regla de mayoría o como modo de organizar la convivencia.

La realidad es que a la fuerza oficial la votó un porcentaje importante y mayoritario de la sociedad. Pero a este Parlamento en su distinta composición lo votó toda la sociedad y, por lo tanto, no se trata de responderle a la oposición, sino de respetar un poder, y eso no es un mecanismo burocrático.
El segundo punto se refiere a la política exterior. A fines de 2004 se crea la comunidad sudamericana, que en su documento liminar plantea realizar una política exterior común entre todos los firmantes.
¿Cómo estamos hoy? En materia de tratados bilaterales se han suscripto en forma individual, por ejemplo, entre los Estados Unidos con Ecuador, y con Perú, lo cual ha hecho estallar la comunidad andina. Asimismo, el Mercosur muestra una fragilidad patética.
A fines del año 2004 nuestro presidente no se hablaba con Batlle, que era el presidente de Uruguay, pero sí recibía a Tabaré. Los colorados y los blancos decían en la campaña uruguaya: “No podemos dejar el Ministerio de Defensa a un tupamaro.” Pasó algo más de un año y el ex presidente Batlle y el poeta Mario Benedetti tienen la misma línea política, los presidentes no se contestan las cartas, Kirchner dice que como tenemos más plata que Uruguay vamos a pagar los salarios caídos a los obreros de las papeleras, el ministro del Interior declara que el doctor Tabaré Vázquez no tiene poder, etcétera; es decir, se registra una lógica de escalada fenomenal.
En consecuencia, cabe preguntar si la Argentina tiene alguna responsabilidad en este cambio de escenario que ha tenido la política exterior y el proceso de integración latinoamericano. Sé que es una pregunta difícil de contestar porque si nuestro país tiene alguna responsabilidad es porque ha cometido errores garrafales. Por el contrario, si se responde que no tiene responsabilidad alguna es porque la Argentina es absolutamente irrelevante en el proceso de integración latinoamericano.
Por último, en el marco de este avance que plantea el jefe de Gabinete en relación con la tasa de riesgo país, quisiera saber por qué la Argentina ocupa el cuarto lugar en materia de inversión extranjera directa de América latina. El primero es México, el segundo es Brasil, el tercero es Chile, que tiene un cuarto del PBI de nuestro país y no obstante tiene casi el doble de inversión extranjera. Por su parte, Venezuela, que posee una tasa de riesgo país inferior a la argentina tiene mucha menor inversión directa. Esto quizás tenga vinculación con creer que cumplir con lo que prescribe la Constitución Nacional es nada más que un mecanismo burocrático.