Las elecciones legislativas nacionales del 28 de junio pasado significan muchas cosas. Para unos, un alivio, porque ahora los -amados y odiados- kirchneristas no gozarán de cómodos números para aprobar “sus” leyes con apuro y por la fuerza. Para otros, un espectáculo que está por comenzar ya que bajo su interpretación, el Congreso será una guerra constante entre Néstor Kirchner, Elisa Carrió, Fernando Solanas y Martín Sabbatella, por nombrar los más mediáticamente carismáticos. Para otros, es un final, o una invitación a tomar el lugar de espectador. Uno de los tantos que terminan su ciclo de 4 años en el Congreso Nacional es el -ahora- ex diputado y miembro del bloque Solidaridad e Igualdad, SI, Carlos Raimundi.
Raimundi fue uno de los tantos que, al apoyar fuertemente la ya sancionada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (o Ley de Medios), propuso una nueva generación de opositores, los que no se enconan en el rechazo por rechazar. Con riesgo a ser tildado de oficialista, el ex miembro de las comisiones de Presupuesto y Hacienda, Economía, Industria, Relaciones Exteriores y Culto y Mercosur y Defensa, defendió con sólidos argumentos la ley que reemplazó a la proveniente de los oscuros años setenta. Según él, el punto más importante del texto es el que, “en el artículo primero, se considera al espacio radioeléctrico un bien público, esto es quién es el propietario, quién es el dueño del espectro radioeléctrico apto para la comunicación audiovisual, y ese propietario es la ciudadanía, es el ciudadano. Y la empresa es un mero vector para ejecutar ese derecho ciudadano”.
¿Cuál es su balance de estos últimos cuatro años en el Parlamento?
No cabe en un balance personal descontextualizado la falta de legitimidad política del parlamento porque a pesar de la crisis de representación del año 2001 donde parecía que se podía reformular, reestructurar o rediseñar el sistema político de la Argentina así como se podría haber rediseñado el sistema financiero nacional porque fueron dos aspectos que llegaron a su punto de colapso y sin embargo el poder fue lo suficientemente hábil e inteligente como para aplacar la rebelión popular y reconducir ambos sistemas (el financiero y el político) bajo las pautas del estatus quo. No hubo cambios estructurales. Esto quiere decir que hay una corporación política que está muy cuestionada pero que está viva.
¿A qué se refiere con corporaciones políticas?
Yo denomino corporación política a los acuerdos entre distintas fuerzas que aún con discursos contrapuestos comparten practicas sustanciales y acuerdos sustanciales, pero no acuerdos de políticas de estado, sino que los arreglos a este nivel de la corporación política son: tres jueces para vos uno para mi, te saco dos o tres legisladores para que tengas quórum o sancionar la ley mas holgadamente pero a cambio te pido cinco contratos. Es una especie de pacto de olivos cotidiano donde los políticos terminan generando una agenda que los beneficia y divorciándola de la agenda de prioridades de la sociedad, que entre otras cosas es la manera en que la ciudadanía debe haber leído la sesión preparatoria de estos días, es decir, horas conciliando donde se deciden las presidencias de la comisión de trabajo pero la gente no tiene trabajo. O en la de salud pero la gente no tiene salud. Es decir hay una agenda de la política y una agenda de la sociedad, y el parlamento es parte de eso y ha sido parte de eso en todo este último tramo que viene desde el ‘83 hasta acá, salvo los primeros años del gobierno de Alfonsín. Uno trata de dar una batalla en un contexto completamente adverso en ese sentido. Asi que para mí el balance es sobre el parlamento, no sobre mi gestión. La división de poderes es un legado importante de la modernidad y no se ha diseñado un sistema de reemplazo de la democracia parlamentaria o que garantice ser mejor en términos de mediación política entre el estado y la sociedad.
¿Cree que en el aspecto de mediación el parlamento ha funcionado correctamente?
La mediación parlamentaria ha sido tan deficiente, tan corrupta en algunos momentos y tan disociada de los intereses populares que legitima la modalidad plebiscitaria de la democracia. El control parlamentario también, cuando dicen que tales fondos tienen que ser controlados por el parlamento, a mí me toco formar parte de uno donde un diputado era miembro de la comisión de Seguimiento de las Privatizaciones, y no hizo ningún cuestionamiento a ellas, lo cual ya de por si los problemas que sospecha. Porque muchas veces la presencia de la oposición, si no hay una actitud y una conducta, termina agregando peajes a los controles.
¿Qué destaca de la labor del Parlamento en materia de sanción de leyes?
Se puede decir que se sancionaron leyes insuficientes pero nunca que retrocedieron, que dieran más flexibilidad, fueron leyes que una por una fueron devolviéndole derechos de la ley de contratos de trabajo que habían sido conculcados. Después hubo algunas leyes sancionadas por consenso, como es poner al país dentro del concierto internacional en materia de discriminación, trata de personas y lavado de dinero, que a mí me parece que no hay margen para salirse de ese esquema internacional y se sancionaron tres o cuatro leyes que me parece que marcan una tendencia que incomoda fuertemente al poder y que yo comparto. La ley de medios tal vez es la más emblemática, la ley de recuperación de los fondos jubilatorios para el estado, la ley de re estatización de Aerolíneas. Después algunas que no acompañe como la del blanqueo de capitales o la reforma política.
¿Por qué no acompañó la ley de reforma política?
No la acompañé a pesar de que tenía algunos puntos correctos como los de mayor control a la publicidad o financiamiento de la política, porque su corazón tenía que ver con la interna abierta. Me parece que en el contexto de la Argentina favorece a los candidatos mediáticos y no programáticos y no reordenan el sistema de partidos y no reordenan el sistema de partidos hacia un sistema más doctrinario, programático, coherente y previsible, sino que abre la caja de pandora atando a los partidos y favoreciendo más a las figuras que a los programas y a las doctrinas. Lo que sí, creo haber dado una batalla por una nueva cultura de oposición, no destructiva, y una cultura de las convicciones, es decir, que uno no vote a favor del gobierno porque está alineado o comprado, y no vote a favor de la oposición porque está comprado por la Mesa de Enlace, sino que vote algunas a favor y otras en contra, exclusivamente respetuoso de las convicciones, que es algo poco frecuente en el congreso.
Usted apoyó las medidas que creía positivas y criticó las negativas, con respecto al de reforma política, ¿qué reformas le haría?
La ley de Aerolíneas o la de medios, tiene partes que fueron redactadas de puño y letra por mí porque eran leyes que yo compartía en su sustancia y creía que podían ser mejoradas. La de reforma política, por más mejoras que le hubieran incluido, yo no comparto su sustancia, por eso no la acompañe. Hubo vocación de incorporarle mejoras, pero ninguna atacaba el corazón de la ley. Yo hubiera preferido una que sincerara los padrones de afiliados, para no utilizar criterios de representatividad que responden a categorías del pasado y hubiera preferido una ley que oficializara un solo centro de formación política por partido para que cada uno tuviera su centro y la gente supiera qué significa ese partido, porque hoy si hay una interna del Partido Justicialista, da tanto para un modelo neoliberal como el de los ‘90 como para uno con un discurso anti liberal. Entonces la sociedad no sabe para dónde va ese partido. Y la UCR en un año expulsa a Cobos y en dos años lo propone como presidente, entonces eso genera imprevisibilidad en la sociedad y como no había ninguna medida que fuera estrechando ese margen de oscilación tan amplio, no hubiera apoyado esa ley por más mejoras que se le hicieran. Hay una cosa que no quiero dejar de decir de este balance: yo también he tratado de dar una batalla cultural para salir de los fundamentalismos porque hay una gran contradicción. La líder de la Coalición Cívica entra en la contradicción severa de defender la república desde posiciones fundamentalistas. La ley de facultades delegadas fue eso. Si uno se hubiera dejado llevar por ese discurso, lo convertía en un debate entre Montesquieu y los infames traidores a la patria, y no era así, era un debate sobe qué herramientas tiene que tener el Ejecutivo para poder gobernar y fundamentalmente si se mantenía o no el nivel de retenciones a la soja, eso era lo que se estaba planteado ahí. Entonces no disfrazar con ribetes de calidad institucional lo que en realidad es un debate práctico de hasta donde un Ejecutivo merece más o menos herramientas, que es discutible pero no entre fundamentalismos.
¿Cree que estos fundamentalismos los marcó la oposición, los medios, o en conjunto?
Los medios son partidos políticos. Los medios son los partidos de oposición que tienen portavoces que hacen playback en algunos casos. Cuando digo los medios lo digo como parte de una estructura de poder, donde hay sectores económicos, financieros, industriales, eclesiásticos, diplomáticos, extranjeros. Los poderes permanentes, que hablan y el político abre la boca.
¿La asignación universal le parece una medida positiva?
Si, es una medida positiva que me parece que podría haber sido mucho mejor tomada.
¿Cree que debe salir de las ganancias de la Ansés?
Yo apoyo el corazón de la medida y discrepo con la fuente de financiamiento. Porque para mí la fuente tiene que ser la derogación de algunas extensiones muy significativas y emblemáticas del impuesto a las ganancias. Porque el hijo de una familia pudiente le permite a su padre deducir hasta 5000 pesos por año por hijo del impuesto a las ganancias. El hijo de una familia desocupada, paga por un cuaderno o por un pantaloncito el 21 por ciento del IVA, igual que el otro. Por lo tanto el hijo de una familia desocupada está financiando con su IVA, le está cortando al fisco para que después el fisco le deduzca ganancias al hijo de una familia pudiente. Ese desequilibrio habría que romperlo. Muy bien, no se lo hizo de esa manera, entonces yo discrepo con la forma de financiarlo. Quien recorrió alguna vez el Conurbano sabe perfectamente lo que le pasa a una mamá que tiene tres hijos y que a fin de mes va a recoger 500 y pico de pesos y que eso va todo volcado a consumo, por lo tanto también reactiva el aparato económico. Eso es algo que nunca hizo, por ejemplo, De Narváez, que no tiene una idea ni un proyecto, lo único que tiene es dinero. La única razón por la cual él pudo ganar una elección es porque es millonario. Ahora hay que fijarse cómo los medios juegan como partido de oposición también. Porque hay gente de clase media que se deja llevar porque hay desprolijidad en las largas colas en la puerta de la ANSeS sin ir al corazón de la medida. Entonces tapan la sustancia con la forma y yo coincido en que podría haberse implementado de mejor forma. Pero lo que no puedo hacer es tapar la sustancia.
¿No cree que otro método podría ser gravar de la renta financiera?
Tres extensiones del impuesto a las ganancias son fundamentales. La renta financiera, la renta minera y la transferencia de títulos y acciones. Gravar las ganancias de capital por la transferencia de activos.
¿A usted le quedó algún proyecto pendiente que haya querido presentar?
Si, siempre quedan cosas pendientes, hasta en la vida. Quedaron muchos en el camino.
¿El más significativo?
Hice muchos para mejorar el funcionamiento de la Cancillería, que es un área en el que yo me especializo. Respecto a gravar la renta minera, tengo un proyecto para trabajar junto con legisladores chilenos para denunciar el tratado bilateral con Chile que es el que le da el marco a la política de explotación minera. Tengo uno para regular con mucha fuerza en el punto de vista social, la responsabilidad empresaria vinculada con una serie de prioridades que fija Naciones Unidas. Y tengo un proyecto de responsabilidad parental compartida, esto es, así como la familia moderna, los roles estereotipados, masculino proveedor y femenino circunscripto a ámbito privado han cambiado, tiene que mutar esa idea de que cuando una pareja se separa tiene que haber una prioridad absoluta con la madre, sino que tiene que haber responsabilidad compartida. Y como esto seguramente hay muchos que me debo estar olvidando pero me hubiera gustado que se sancionaran. Uno de reforma administrativa del congreso, para que haya menos comisiones y menos cargos simulados o figurativos que no nombran a personas especializadas en los temas sino que nombran punteros políticos que le garanticen al diputado su interna local. Yo prefiero un staff más jerarquizado con salarios mucho más altos y gente mucho más formada que puedan discutir con los gerentes de las grandes empresas.
El nuevo congreso va a tener a Carrió, a Kirchner, a Sabbatella, a Pino. ¿Cree que va a ser más belicoso?
No lo sé. La oposición depredadora se lo imagina así, se imagina “ahora van a ver”. Pero no va a ser fácil, porque si bien es cierto que hubo una mayoría que votó algo distinto al oficialismo el 28 de junio, no votó un proyecto homogéneo, entonces yo no creo en la persistencia de las mayorías que son creadas por intereses y no por proyectos o ideales. Estas son mayorías artificiales que están creadas por conveniencia y no por afinidad. Por eso me resultó muy penoso el papel de algunos compañeros del espacio de centroizquierda, como cuando yo veía por televisión la sesión preparatoria en la que Patricia Bullrich delineaba la estrategia de algunos compañeros del campo progresista me sentí muy frustrado, muy enojado y muy dispuesto a dar un debate a fondo para que rectifiquen esa posición.
¿Qué cree de los legisladores que fueron etiquetados de kirchneristas por apoyar algunas medidas propuestas por el oficialismo como la ley de medios?
Dos cosas. Cuando hay una persona que intenta liderar un proyecto queda expuesta a que juzguemos sus actos. Yo ahí veo dos problemas. Cuando yo lo escuchaba hablar de “nosotros, la oposición”, yo no me puedo imaginar en un campo simbólico, nosotros con De Narváez, con Patricia Bullrich, con Elisa Carrió, con Oscar Aguad. No me puedo imaginar un Nosotros en esas condiciones. La segunda preocupación que tengo es que como claramente el multimedios Clarín lo ha escogido a Pino Solanas como centro del espacio de centroizquierda, temo que eso genere compromisos que diluyan sus proyectos, digamos, como en su momento pasó con Carrió.
Seguramente Solanas va a presidir la comisión de energía. Para que eso pase necesita votos de estos sectores de la oposición, y para que esos votos estén, este sector también le tiene que dar sus votos a esa oposición para que ocupe sectores relevantes en otras comisiones. Si esa oposición hubiera manejado esas comisiones, hoy no tendríamos ley de medios, Aerolíneas seguiría siendo una empresa privada y Consolidar, Siembra y los gerentes de las multinacionales seguirían cobrando sueldos y comisiones altísimas por la manipulación financiera de los fondos jubilatorios. Por lo tanto, esto lo resumo en una nota que salió el día 3-12 en Página 12, cuyo título dice “Si se gana con la derecha, gana la derecha”.
Con la ley de traspaso de fondos a la ANSeS se amenazó con una ola de juicios y no sucedió ninguno, ¿cree que van a intentar modificar la Ley de Medios?
Siempre que hay una ley conflictiva lo primero que se cuestiona o amenaza, es a la ola juicios. Eso es ya un cliché de la política argentina. Les va a ser difícil, porque no se van a poner tan de acuerdo. En última instancia no son juicios que tengan que ver con el derecho de propiedad, porque la propiedad del espacio audiovisual es de la ciudadanía. Pueden ser juicios que puedan aducir o esgrimir derechos de concesión. Y la envergadura de esos juicios de concesión es mucho más liviana que si se adujeran derechos adquiridos en términos de propiedad. Además porque los juicios de algunos licenciatarios se le podrían oponer incumplimientos legales a ellos mismos, asi que hasta ahora no hemos tenido eso.
¿Qué pretende de su futuro en la política?
Seguir construyendo espacio progresista desde una perspectiva amplia que derrumbe las fronteras entre progresismo emergente, peronista y no peronista, que genere un universo de ideas actualizado, no dogmático, no nostálgico, que interpele los sectores medios, que es el otro gran dilema, digamos, acá hay un progresismo extremadamente light que terminó tolerando a Cavallo, y hay un progresismo radicalizado para el cual, para determinar la salida de la Argentina, hay que abrevar en la historia vietnamita. Y a mí me parece que ninguno de esos dos extremos es positivo, hay que tener matices y tiene que ser un progresismo que sea capaz de pararse en los valores ideológicos del activo militante para desde ahí interpelar a los sectores medios desde el sentido común. Aunque si uno pone puro sentido común, rifa lo ideológico y si uno se para exclusivamente en lo ideológico, se queda solo. Entonces me parece que el gran desafío es reconectar, es decir, cómo construir desde los valores ideológicos, sentido común en la comunidad. Eso es lo que hizo Macri desde la derecha, hasta que saltó el verdadero Macri, que no es el del bache, sino que es el de la persecución a los pobres.