“El campo progresista todavía tiene que encontrar un nuevo equilibrio”

“Hay que aprender a disputar poder”, dice Raimundi.

Habla uno de los referentes del espacio progresista Solidaridad e Igualdad., en momentos en que empiezan a definir candidaturas.
Por Diego long
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El próximo viernes, el espacio Solidaridad e Igualdad (SI), que reúne a personalidades como Carlos Raimundi, Eduardo Macaluse, Delia Bisutti y María América González, presentará en Mar del Plata las candidaturas de cara a las próximas legislativas. Seguramente, la opción en la ciudad de Buenos Aires será María América González. Delia Bisutti y Liliana Parada irían en primer y segundo lugar, o viceversa, hacia la Legislatura porteña. Quien velará en la Cámara Baja del Congreso de la Nación por los intereses de los bonaerenses será Carlos Raimundi.

Ideal, entonces, para leer el nuevo mapa político. Un poco porque pertenece al foco político febril por excelencia y, otro poco, porque en la abstrusa carrera del político honesto, Raimundi habla con la experiencia y la autocrítica de rejuntes propios. El trote del radicalismo al Frepaso que, como una broma y Alianza mediante lo devolvió al radicalismo, y de ahí al misticismo de Lilita Carrió, lo entrenó como un cartógrafo muy didáctico.

Raimundi entiende que el peligro del momento es la  “desesperación de parte del establishment en la reconstrucción del bipartidismo”.

Se entiende mejor si se mira la provincia de Buenos Aires, donde agrupa a tres grandes sectores dominando la actualidad política: el kirchnerismo, lo que llama indistintamente “neoduhaldismo” o “neomenemismo” y el radicalismo de Carrió, que en la provincia se refleja en la coalición de Margarita Stolbizer y Mario Llambías.

Por un lado, “te nombro a Solá, a De Narváez y a Macri, tres ex menemistas, y con la bendición de Duhalde”. Por el otro, Stolbizer-Llambías, que parece otra versión del mismo convite que otros le hicieran a Luciano Míguenz. “Ahí hubo una clara utilización política de los dirigentes del campo, y a su vez una clara utilización por parte de esos dirigentes para su posicionamiento político”, reflexiona Raimundi.

– Entre ellos, su ex aliada Elisa Carrió.

–Yo me voy del lado de Carrió ya hace dos años, yo no participé en la última elección. Y esto lo quiero decir con todas las letras, porque cuando se inicia todo ese giro hacia la Coalición Cívica, yo me abrí de ese proceso. Hoy estaría con Llambías. Una locura total. Me abrí cuando Lilita reflexiona igual que Chacho (Alvarez), y dice: ‘no tenemos destino como fuerza menor, tenemos que aliarnos a uno de los partidos grandes’. La diferencia es que Chacho se alió con el radicalismo pero empujaba por izquierda, ahora la Coalición Cívica empuja al radicalismo pero por derecha. La Coalición Cívica es la unión de las coordenadas formadas por el radicalismo y el establishment.
Por eso, para el Diputado es una locura que los sectores progresistas, nacionales y populares –izquierda– se recuesten sobre la estructura de los partidos tradicionales, cooptada mayormente por los sectores de derecha. Por ello apuesta a la consolidación de un proyecto progresista amplio que sepa aprovechar la llegada y el uso del sentido común, falencia que no sufren los más conservadores. Y propone dejar de lado “diferencias secundarias”. Reconoce que la derecha nunca pierde el tiempo si huele la cercanía del poder, pero que no es que se trate de cambios abruptos y repentinos de ideología.
 “El cambio más abrupto del sistema de alianzas –según Raimundi– lo presenta Buzzi. Al Buzzi que yo conocí lo imaginaba en otro sistema de alianzas. También es cierto que lo que cambió es la sociología rural. Pero en su momento fue el FreNaPo y hoy una alianza muy fuerte con la Mesa de Enlace”.
–¿Le parece ese “post-duhaldismo” sólo una alianza electoral?
–No, las alianzas del peronismo son alianzas de poder, no son alianzas electorales. De cómo se defina, no van a derivar sólo las listas de Diputados, se va a prefigurar la estructura de poder en los próximos años en la Argentina.
–¿Cuál es el camino del progresismo, entonces?
–Lo que habría que hacer es que el campo progresista en la Argentina encuentre un equilibrio entre no rifar ningún valor ideológico pero al mismo tiempo tener una llegada a las clases medias y a los sectores urbanos y productivos. Desde el sentido común. No plantear la puja distributiva desde una concepción clasista leninista, sino que hay que plantearla desde la perspectiva de la dignidad, de que la cohesión social es la precondición del desarrollo. Que el empleo y la educación son las principales políticas de seguridad, mucho más que las reformas penales.
–Pero, en nombre del “sentido común” se intentó justificar cada cosa…
–Bueno, Macri es el adalid de eso de pasar por debajo de la puerta las peores medidas desde el discurso del sentido común de nombrar al vecino 47 veces en una página. Tenemos que aprender, y pelearles allí, disputarles el sentido común. Lo que yo busco es que el progresismo en la Argentina ni crea que aún está pendiente dirimir la Argentina desde el aprendizaje de la historia vitnamita, porque no me parece que sea un desafío para la Argentina de hoy, pero tampoco tiene que ser la izquierda políticamente correcta que termina en (Domingo) Cavallo.

Fuente: www.elargentino.com
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