Pese al mal año que hemos tenido y al corto plazo que se avecina, propongo una mirada de esperanza, no planteada en términos naif, romántica, sino de análisis político. Análisis político de como yo estoy viendo el mundo, el país, y a nosotros.

Este modelo, que está fundado en el endeudamiento, en la apertura económica, en convertir la tasa de ganancia de los grupos económicos -que son en definitiva los que gobiernan- convertir su tasa de ganancia en dólares, y tener la libertad absoluta de transferir esa ganancia al exterior. Un proceso así, no puede terminar en otra cosa más que en una profunda crisis. Porque si uno toma una ruta, va en una dirección, no puede ir a otro lugar.

Creo además, que al profundizarse la recesión y al no haber ninguna señal de recuperación económica, esto que decía Mariano acerca de las tarifas accesibles que generaban por un lado consumo y más inversión, tenían también un efecto de mejorar el salario, es decir una tarifa subsidiada es salario indirecto y contiene la inflación.

A todo esto, el incremento de las tarifas mantiene la recesión, porque baja el consumo, baja la inversión y levanta la inflación. Es decir, no hay ninguna señal de que vaya a cambiar y al no cambiar, empieza no solo a agrietarse socialmente la legitimidad del modelo por abajo, sino también a agrietarse la unidad del poder. Porque la oligarquía, frente a un modelo que fue un calco de este en los años 90, tenía en aquel momento un factor que era la liquidez internacional, un elemento a favor. Además el Estado tenía en aquel momento empresas para vender, conseguir dólares y disimular el ajuste social interno. Así pudo vivir el menemismo durante el primer lustro, y ser inclusive reelegido.

En este momento, el panorama internacional, es exactamente al revés, no hay liquidez, no hay recursos financieros a nivel internacional, no hay expectativa de comprar nuestros productos, quiere decir que al no haber capacidad prestable, no haber expectativa de exportar, y no funcionar el mercado interno, va a llegar un momento en que el dólar que necesita Paolo Roca para importar bienes de capital baratos, va a chocar contra el dólar que necesita el complejo agro exportador, para tener más tasa de ganancia con la exportación de productos primarios.

Quiere decir que el agrietamiento del modelo, no va a venir sólo desde lo social, sino también por un cuestionamiento hecho desde la interna de la propia oligarquía. Por una fisura de la unidad de la oligarquía, que solo podría sostener en otro contexto, pero no en este.

Algunos me han preguntado: ¿qué hacemos con la deuda? Vamos a llegar con ese problema, es cierto, es un problema grande, y es ahí donde yo incorporo dos elementos. Uno es el tema de la situación mundial.

Hay una crisis terminal del sistema de representación política a nivel mundial, que está expresada por la elección de gran Bretaña queriendo salir de la unión europea, la de Colombia que es la que menos esperaba, pero que en algún sentido expresa algo parecido, o el triunfo de Trump en los Estados Unidos. Esto no debería causar ninguna perplejidad, porque es cuestionar a un sistema de representación que ya no sirve absolutamente para nada. Lo único que ha dado como resultado en Europa, son refugiados, reclutamiento de terroristas; y en Estados Unidos, empobrecimiento de una parte importante de la población, y tener a la población civil más portadora de armas privadas de todo el planeta.

¿A dónde nos puede conducir ese sistema? Si hubo un lugar donde todo el sistema político mundial apoyó el proyecto de paz, fue en Colombia: Naciones unidas, el Papa, Obama, Maduro. Y la gente fue absolutamente indiferente a ese mensaje político, porque no la representa más. El problema es que de esa crisis del sistema de representación política se está saliendo por una salida también no política, que es el racismo, que es el individualismo, es la negación de la política.

Quiere decir que el mundo a corto o mediano plazo, también va a entrar en una crisis y la crisis argentina, va a ir de la mano de esa situación. La experiencia que vivió América latina en estos últimos años, tiene que servir para que juegue un rol muy fuerte y muy activo en la nueva agenda internacional. No lO podemos esperar de Europa, ni de Medio Oriente, ni de los Estados Unidos.

Néstor Kirchner logró renegociar la deuda precisamente porque veníamos de una crisis. Y ahora vamos hacia una nueva crisis. Además, aquella renegociación no fue un clamor de la sociedad sino una directiva del presidente a su ministro de Economía para obtener una quita sin precedentes. Tanto en aquel momento como en el futuro muy próximo, debe hacerse valer el liderazgo político, la capacidad de la política para abrir caminos inesperados, para crear nuevos escenarios.

Algunos compañeros plantean construir una mayoría, con el único fin de ganar las elecciones de 2017, juntar todo. Anoche, por ejemplo, hubo una reunión de dirigentes del PJ de la ciudad de Buenos Aires. Cada uno de los que escuché informar sobre esa cena, sólo se limitó a nombrar los asistentes, pero ninguno señaló un camino a seguir, ninguno habló de los contenidos de un proyecto político.

Si como dirigente político me dan a optar entre ser mayoría o ser minoría, Uds. se imaginarán que yo jamás podría preferir ser un desconocido, tener una agrupación pequeñita, perder elecciones. Yo quiero ser mayoría y volver a gobernar este país.

Pero la mayoría en política no es un concepto abstracto, que se pueda escindir del diseño del proyecto. La mayoría no es directamente proporcional a la cantidad de dirigentes que uno suma en una reunión de superestructura. La mayoría es el resultado de la capacidad de volver a enamorar a una sociedad,

Luego de 12 años de gestión intensa, el período de gobierno más extenso desde Juan Manuel de Rosas, sabíamos que la prevista presidencia de Scioli nos iba a impactar. ¿Cómo no habría de impactarnos un cambio de gobierno luego de un período tan largo y tan intenso? Con mucho más razón impacta un gobierno de entrega como éste. Las tensiones internas son naturales.

Al mismo tiempo, no debería sorprendernos el comportamiento de determinados dirigentes. ¿O no sabíamos quién es Urtubey o Pichetto? Y, por último, estoy de acuerdo recuperar algunos intendentes o dirigentes de segunda línea que se hayan confundido. Es decir, yo no pongo objeciones en construir mayorías a partir de estas premisas: el problema es otro.

El problema es que en Brasil, la séptima economía mundial que acaba de girar 180 grados en su alineamiento geopolítico internacional, quien encabeza el proyecto antagónico de país respecto del anterior no es el líder de la oposición, sino nada menos que el número 2 de aquella alianza. Es decir, las alianzas electorales hay que conducirlas y hegemonizarlas, de lo contrario abrigan el germen de la traición. Lo que estoy planteando no va en contra del concepto de unidad, sino que advierto que debemos tener la inteligencia de hegemonizar, de garantizar la conducción y el rumbo político del proyecto. Y poner algunos límites a aquellos dirigentes que no movilizan para erosionar el modelo, sino para negociar con el modelo, un problema muy antiguo del movimiento nacional. Si no hacemos lo que debemos hacer, lo que creemos que sumamos en un lado, se nos va por el otro. Es lo que le pasó a Dilma Rousseff, a quien no derrocó solamente la presión del poder sino también el desencanto de sus bases a partir de las concesiones que hizo. Necesitamos volver a enamorar con una intervención directa sobre la estructura monopólica de nuestra matriz productiva y de comercio exterior e interior; intervenir radicalmente sobre el sistema judicial; e intervenir radicalmente sobre el monopolio mediático.

Hay que saberlo explicar, hay que asumir ese desafío. Recién Mariano hablaba sobre la ganancia extraordinaria. ¿Cómo no va a enamorar un discurso que denuncie la renta extraordinaria de las multinacionales del agro? Hay que pagarles por su trabajo, pero la ganancia extraordinaria que obtienen debido a la fertilidad de nuestras tierras es de propiedad colectiva, popular. Si ellos hicieran ese mismo trabajo en el desierto, no obtendrían la misma renta que en nuestra pampa húmeda. Precisamente esa renta que va mucho más allá de su trabajo efectivo es de la que un gobierno popular debe reapropiarse en nombre de su Pueblo, para compensarlo de todo el saqueo que históricamente le han propinado esas oligarquías. Un gobierno que determine no solamente la distribución del ingreso sino de la propiedad monopólica de la riqueza, sería un gobierno profundamente popular.

Lo mismo sucedería con la producción pública de medicamentos, en términos del abaratamiento de sus costos para la población. ¿Cómo no va a enamorar eso, para construir nuevas mayorías?

En suma, creo este proceso económico y social del macrismo va a terminar en una crisis, y que la persecución judicial a Cristina va a terminar en un grotesco, y su legitimidad va a ser cada vez mayor. Hoy no es la misma que tenía hace algunos meses, y tampoco es la misma que tendrá en unos meses más. Va a ir en aumento. No en vano varios intendentes de la Provincia de Buenos Aires que han estado un poco confundidos y variables, hoy están de regreso en el kirchnerismo.

Desde luego que a todos nos gustaría no depender de una persona, pero el liderazgo es una construcción popular, su devenir no está previsto en los manuales de teoría política. Aquellos que especularon con el fin del liderazgo de Cristina desde una visión de corto plazo, diciendo que ella no servía más, perjudicaron al mayor punto de acumulación política de que dispone el movimiento nacional y popular. De allí que hacerle daño a Cristina desde el propio campo popular es justamente hacerle el juego al enemigo, al imperio, que tanto aquí como en toda la región necesita exterminar los liderazgos populares.

En síntesis, Queridos Compañeros y Compañeras, creo que el escenario político va a cambiar profundamente a partir de un cambio del humor social. Que Cristina va a ir hacia arriba, que el macrismo va a descender mucho, y que, pese a que va a ser difícil, vamos a volver. Por eso tenemos que estar muy organizados. Saber los límites de la unidad para preservar el proyecto, y estar muy hermanados con todas las agrupaciones y partidos del movimiento nacional y popular. Ese es mi mensaje de esperanza para 2017.

 


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