Derecho Político

Marxismo. Parte II

 

La dialéctica sufre un corte muy fuerte con Hegel. En Platón era diálogo, con Hegel es confrontación, tesis-antítesis. Viéndola desde esa perspectiva, Francis Fukuyama, un analista de origen japonés que fue asesor de Ronald Reagan, escribe un ensayo muy famoso en aquel momento, calificando la caída del Muro de Berlín como El fin de la historia y la muerte de las ideologías. Lo que Fukuyama quería decir es que, ante la confrontación principal (tesis-antítesis) entre el capitalismo y el socialismo, al sucumbir uno de sus términos, la historia había llegado a su fin en términos de la dialéctica de Hegel. E incluso en términos de la dialéctica marxista, desde el momento que una de las clases (de la lucha de clases) prevalece sobre la otra. Al terminar la dialéctica, se terminó la historia. No la historia entendida como concatenación de acontecimientos humanos y sociales, sino como categoría de la dialéctica. Es así que Fukuyama concluye: “no hay más confrontación entre opuestos (que es la base de la dialéctica), el mundo entero asumió la democracia política con economía de mercado, ya no hay más confrontación”.

 

A partir de ello habrá que analizar si ese razonamiento era correcto, y si desde ese momento en adelante es cierto que no hubo más confrontación,

como en diferentes etapas lo fue la confrontación entre libres y esclavos, después entre señores y vasallos en el sistema feudal, y entre burguesía y proletariado en el sistema capitalista. En 1989 comienza el derrumbe del mundo socialista, pero, ¿significa eso que no hubo más confrontaciones de clase? ¿No es que el fin del conflicto Este-Oeste puso en evidencia otro conflicto tal vez más profundo de la Humanidad, tal como lo es el conflicto Norte-Sur, Centro-Periferia, Desarrollo-Subdesarrollo?

 

Pero, hagamos un paréntesis histórico para ver el último de los elementos teóricos por ahora, para luego regresar al plano histórico y verificar o no su comprobación. Este último elemento teórico que les quiero plantear es la conciencia de clase, la conciencia revolucionaria, que también hunde su raíz en la realidad económica. Marx plantea que el capitalismo se funda en una regla de oro, que es la libertad de oferta y demanda, la libertad del mercado, la libre competencia o concurrencia que se derivan de aquella. Sin embargo, el resultado de esa libre competencia o concurrencia, llevada a su grado extremo, es exactamente inverso al previsto, ya que el capitalismo, por su propia lógica de acumulación a partir de la competencia, termina en un sistema monopólico. Es decir, el ejercicio a ultranza de la libertad de mercado, sin un ápice de Estado, en lugar de llevar a un mercado más libre, más transparente, a lo que lleva es al monopolio. Dado que el objetivo principal del sistema capitalista es el aumento de la tasa de renta, la plusvalía, se da una primera confrontación entre la burguesía y el proletariado, que lleva a ampliar la brecha distributiva y la brecha social.

Pero esa misma lógica actúa no solamente en la relación entre burguesía y proletariado, sino al interior de la propia burguesía. Factores como las condiciones climáticas, tecnologías, financieras, la inteligencia aplicada al proceso productivo, en fin, distintos factores que llevan a que determinadas empresas progresen más aceleradamente que otras. Es decir, si una empresa consiguió más rápido una materia prima, o generó una innovación tecnología mejor que la de al lado, (aunque partan de condiciones similares, desde el punto de vista teórico) o por mejor nivel de organización, puede progresar más rápido que otra, por ejemplo, una empresa, que, con la misma cantidad de trabajo humano puede producir 10 tornillos, mientras que otra puede producir 15, esta última tendrá mucha más rentabilidad que la otra. Al vender más, podrá vender más barato. Y como, para el capitalismo en estado puro, el Estado no existe para regular los desequilibrios del mercado, no tiene una función reguladora del mercado, el Estado capitalista, el Estado burgués, a través de las constituciones liberales que toman en cuenta los derechos pura y estrictamente individuales, no tiene por qué ejercer ningún tipo de regulación social o económica. Entonces, aquella empresa que consiguió mayor plusvalía, si la reinvierte en su propio beneficio, a favor de seguir reproduciendo las ganancias, va a terminar o absorbiendo a la otra empresa menor o haciéndola desaparecer del mercado. Y eso va llevando a la concentración, no a la multiplicación de las empresas. Ya ni siquiera estoy hablando de la relación con el proletariado, sino de la relación dentro de misma burguesía, de la puja de poder económico interno dentro de la burguesía. Y de cómo el predominio económico, de acuerdo con esta lógica materialista, incide sobre las condiciones políticas y sobre el Estado. Las empresas que tienen más capacidad económica, van a tener mayor capacidad de incidir sobre los poderes del Estado o directamente ocuparlo. El Estado, de esa manera, fija reglas de juego que le garanticen el funcionamiento a esos núcleos empresarios, y se va produciendo un monopolio económico y un monopolio del poder político.

Entonces, dice Marx, la única manera de que el proletariado pueda salir de esta situación es a través de la formación de una fuerte conciencia de clase, de carácter revolucionario, a partir de un minucioso análisis de cómo funciona el sistema que los oprime, y de la organización política y sindical para la toma del poder político del Estado por vía revolucionaria. No hay forma pacífica de salir, y de allí, a partir de esta diferencia que marca la violencia revolucionaria, la formación de los primeros partidos socialistas de raíz cristiana. Los partidos socialistas alineados en la socialdemocracia, aceptan las reglas de juego de la democracia, a diferencia de los partidos comunistas, que no aceptan las reglas democráticas sino que dicen: “las reglas democráticas son para consolidar la burguesía, nosotros lo que tenemos que hacer es la revolución”. Ahora bien, la revolución sólo se puede hacer cuando hay un nivel de conciencia en la población, básicamente en el proletariado, suficiente como para poder afrontarla.

A esta altura de las cosas, Marx se pregunta en qué momento se adquiere el mayor nivel de conciencia. Y llega a la conclusión de que el mayor nivel de conciencia revolucionaria se adquiere cuando el sistema capitalista llega a sus mayores niveles de contradicción. Es decir, cuanto más funciona el sistema capitalista más lleva al monopolio, más lleva al aumento de la proletarización de la sociedad, y en ese punto de mayor proletarización es donde la sociedad tiene mayores posibilidades de adquirir conciencia.

Esto produce dos o tres consecuencias principales.

Primero, produce un cambio muy fuerte en las características, en las cualidades de los partidos políticos; porque hasta ese momento los partidos políticos burgueses no eran partidos de masas, sino que eran partidos de cuadros, de gente notable, que ostentaba gran poder, y, que, en esos pequeños círculos de poder, designaban a los representantes. En esta transformación está la génesis del voto universal, desde el momento en que el proletariado reclama su derecho a elegir. Con la organización política del proletariado, los partidos de izquierda se convierten en partidos de masas, con una fuerte connotación clasista.  Entonces, pasamos de los partidos de cuadros a los partidos de masas. Y este tipo de  partido tiene una organización mucho más horizontal, y, a su vez, necesita una gran formación intelectual, una gran comprensión, porque, cómo hacen sino, para promover esa toma de conciencia. Los partidos comunistas son partidos que hacen mucho hincapié en la formación política de sus militantes. Sostienen esto por lo menos en su origen; se sostienen económicamente con las pequeñas contribuciones que van haciendo sus adherentes, y tienen como institución básica la “prensa interna”. Todavía hoy van a notar ustedes que hay mucha más actividad de prensa de las organizaciones de izquierda, cuanto más a la izquierda, más actividades de prensa, y de difusión de sus ideas por escrito. Eso tiene que ver con toda una tradición del papel que se le da a la formación política, a la comprensión intelectual. Porque tienen que competir con partidos burgueses que se fundan en el sentido común. Justamente aquí es donde se pone en evidencia el principio de que, según quién ocupe el Estado, es como se impone el sentido común. Si el Estado es burgués, el “sentido común” (en términos de aquella “superestructura” axiológica y cultural que veíamos anteriormente), lo impondrá la burguesía, sobre el conjunto de la población. Para qué habría de tener tanta prensa partidaria la burguesía, si expresa sus principios y valores a través de lo que Antonio Gramsci llamará “los aparatos ideológicos del Estado”. Lo que la izquierda se ve obligada a trasmitir por la prensa es, precisamente, el cuestionamiento de eso.

Es decir, hay un cambio muy fuerte en la organización de los partidos políticos. El partido proletario tiene mucho que ver con las organizaciones sindicales. Lo que pasa es que la organización sindical tiene como objetivo la interpelación a la empresa. La organización sindical se mueve a partir de las condiciones del trabajo que fija el mundo empresario. La organización política tiene el objetivo de llegar al Estado, al gobierno, que es un interlocutor del poder, no es “el” poder, por lo menos no es todo el poder.

Este proceso de concentración económica contradictorio con el principio de la libertad de mercado o la libre competencia, tiene una segunda consecuencia desde el punto de vista económico, que es lo que Marx denomina la “sucesivas crisis de superproducción del capitalismo”.

¿Qué es una crisis de superproducción? Marx dice que más o menos se van dando en ciclos de diez años. Tienen que ver con un proceso económico que tiene un ritmo muy acelerado, pero como se basa en la proletarización de la sociedad y la proletarización también de una parte de la burguesía, de una parte del mundo empresario, llega un momento en el que el sistema capitalista produce mucho pero no tiene quién lo compre. Por eso no se trata de crisis de “stock”. Sino que a partir de la pauperización de la sociedad, no hay mercados compradores. Estas crisis son reales y se producen en Europa durante las tres últimas décadas del siglo XIX, y también durante el siglo XX. ¿Cuál es la crisis de capitalismo más fuerte que ustedes recuerden?

1929. La crisis de Wall Street de 1929 es el punto culminante de las crisis de superproducción del capitalismo. Y no se trató de ninguna manera de una crisis por falta de producción. Sino todo lo contrario. Había tanta producción que no había compradores. Fue una crisis financiera, al desplomarse la Bolsa de Wall Street, debido a que las empresas que cotizaban en la Bolsa, como no podían vender, vieron desplomarse la cotización de sus acciones. Aunque los galpones de aquellas empresas estaban llenos de productos. Fue la máxima crisis de superproducción, que, según Marx, debió haber marcado un antes y un después. Y lo marcó, pero no en los términos en que él lo había previsto, es decir, como punto de inicio de una revolución proletaria, sino que señaló el nacimiento del Estado de Bienestar.

Ustedes cuentan con un apunte muy interesante, titulado “Bismarck vs. Keynes”, que compara dos nociones distintas sobre el Estado de Bienestar. Bismarck fue quien organizó a Alemania luego de la tardía unificación de su territorio, en 1891, mediante un capitalismo con alta intervención estatal. Keynes, por su parte, fue el Ministro de Economía que sacó a los EE.UU. de la crisis de 1929.

Hasta ese momento, los Estados desarrollados resolvían sus crisis de superproducción nacionales por la vía de la expansión territorial, conq uistando nuevos territorios, y dando origen, con ello, al colonialismo. Pero la de 1929 fue una crisis del capitalismo de escala mundial, porque atacó a uno de sus principales centros de poder (como lo fuera, simbólicamente, salvando las distancias, el derribo de las Torres Gemelas, otro emblema del capitalismo mundial, y que, por lo tanto, así como en 1929, provocara un cambio de paradigma a nivel mundial). Hasta ese momento, cada vez que había una crisis de superproducción se generaba algún tipo de invasión política o militar a países menos desarrollados que oficiaran como válvula de escape. Es decir que proveyeran, estos mercados subdesarrollados, nuevas materias primas para sofisticar la producción, mano de obra más barata, y nuevos mercados de compradores. Esto es, lisa y llanamente, el colonialismo económico en América Latina, y el colonialismo político en África. Y es lo que Lenin, que no es un analista económico sino político ruso de finales del siglo XIX, califica cuando acuña el término “imperialismo”. Lenin dice que el imperialismo es la fase superior del desarrollo capitalista. Es decir, cuando el capitalismo llega un techo desde el punto de vista de las economías de sus países, lo que hace es acudir a otro país. Y ese dominio económico que se daba en su economía interna pasa a la creación de los protectorados y las colonias. Y así entre Francia, Inglaterra, Portugal, Bélgica y demás, se reparten Asia y África. Mejor dicho, Inglaterra ocupa más del 50 %, y entre todos los demás se reparten el resto de los territorios que hoy ocupan los nuevos Estados asiáticos y africanos. En América Latina, como ya estaba independizada políticamente, lo que hacen es ejercer dominación económica y financiera, no directamente política. En definitiva, condicionan los gobiernos civiles, financian dictaduras afines, pero no ejercen directamente el gobierno.

Todo este análisis económico del capitalismo, las consecuencias tanto sociales, como económicas, como políticas, la multiplicación de la conciencia del proletariado revolucionario y demás van, generar un clima en distintos países de Europa de cuestionamiento fuerte al capitalismo. Pero, paradójicamente, en el primero y único país donde se produce una revolución social hasta ese momento es en un país que no había llegado a ninguna de las contradicciones previstas por Marx. Y era Rusia. Porque si había un país a principio del siglo XX que hubiera generado las condiciones de proletarización, de concentración de actividad industrial, de migración rural a la ciudad y de explotación capitalista, ese país era Inglaterra. Y esos focos de explotación capitalista más importantes eran por ejemplo la industria textil de Manchester. Entonces, acá hay una primera desmentida histórica de uno de los anticipos de Marx. Y es que la revolución proletaria se va a producir en aquellos lugares a donde hayamos llegado al mayor nivel de contradicciones del capitalismo. Porque si hubiera sido así, la primera revolución socialista tendría que haber sido en Manchester. Pero, sin embargo, fue en un país que no solamente no había llegado a las contradicciones del capitalismo sino que ni siquiera tenía una producción industrial. La Rusia del siglo XX era una economía absolutamente pastoril y pre-industrial. Pero donde sí se había generado, por oposición al Zar, un cuestionamiento muy fuerte a la presión del autoritarismo del régimen zarista, a las malas condiciones de vida, a la falta de representación política, que había llevado a un nivel de disconformidad muy grande, que, por un lado, caló en la gente. Y, por otro, contó con el concurso de una elite intelectual muy imbuida de la doctrina marxista, encabezada por Vladimir Lenin, como brazo inspirador y ejecutor.

Es aquí donde uno se pregunta por qué un episodio histórico como la Revolución Rusa se da en un lugar que desde el punto de vista de las contradicciones económicas era menos esperable, y hasta dónde es cierto que solamente la realidad material es lo que determina lo intelectual. Porque la Revolución Rusa es un típico ejemplo histórico donde una élite intelectual, es decir, partiendo del mundo de las ideas, modifica el mundo económico. Porque ahí no había explotación capitalista, no había proletariado industrial. No había apropiación empresaria de la plusvalía, porque no existía ese tipo de plusvalía en la Rusia de principio del siglo XX. Es más, los primeros ejes de la revolución de 1917, una vez caído el zar, es una disputa entre los dos bandos revolucionarios. Entre en ejército rojo y el ejército blanco, los que se llamaron el "partido de los bolcheviques" y el "partido de los mencheviques”, sobre cuál sería el curso definitivo de la revolución. Si iba a ser una revolución burguesa no zarista, o iba a ser una revolución comunista. Y eso no dependía de cuestiones económicas sino de cuestiones ideológicas, y de quién armara el ejército más fuerte. Y el ejército más fuerte lo armó Lenin. Hubo 9 meses en que se sabía que ya no iba a volver el régimen del Zar, porque además, al Zar Nicolás II lo habían asesinado, pero que no se sabía quién se quedaba con el gobierno. Si los mencheviques que eran los revolucionarios moderados que querían instaurar un sistema burgués o los bolcheviques, que eran los más radicalizados y querían imponer el sistema comunista. Pero eso tuvo que ver con una discusión política ideológica dentro de la elite revolucionaria, y no con la pretendida conciencia revolucionaria de un proletariado industrial que no existía como tal. Es a partir de aquí que Rusia inicia un proceso de industrialización muy acelerado. A partir de una serie de ideas de cómo se debía conducir –políticamente- el proceso económico, adquiridas desde la lectura de “El capital” y su reelaboración por parte de Lenin. Lenin había encabezado varios intentos anteriores, tres o cuatro, en 1893, en 1905, etc. Lo exilian, viaja mucho por Europa, vive en París, en Alemania, en Inglaterra, y adquiere toda una serie de análisis económicos que después los aplica en su país, pero siendo la sociedad rusa completamente diferente de la sociedad que él había visto en Europa continental.

En 1914 comienza la Primera Guerra Mundial. Rusia tiene una participación muy importante en el origen de la Primera Guerra Mundial. Porque en general todos los conflictos de la época moderna en Europa tiene origen en los Balcanes. Y ustedes recordarán por algún libro de Historia del secundario que la Primera Guerra Mundial estalla a partir del asesinato de Francisco Fernando, el archiduque de Sarajevo. Lo que estaba en disputa era un sistema de alianzas en Europa, donde Alemania estaba muy aliada con un pueblo de los Balcanes que era Croacia, y Rusia estaba aliada con los serbios. Y en esa disputa sobre quién dominaría los Balcanes estalla la Guerra Mundial. Quiero decir que los intereses de Rusia están presentes desde el primer momento en la Guerra Mundial, en cambio los aliados, como Francia e Inglaterra, entran después. Pero se trataba de los intereses de la Rusia del Zar. Lo que sucede es que promediando la Guerra, se produce en Rusia la revolución, se desplaza al zarismo, y aquel interés de Rusia por el dominio de Europa cambia por el interés de consolidar la revolución de los sóviets. Para el régimen triunfante, la Guerra implica la disputa por el dominio de una burguesía sobre otra, mientras que la lucha central de los revolucionarios será por el predominio del proletariado sobre la burguesía, por eso no priorizan el combate entre ejércitos de soldados tomados de los proletariados nacionales, que se asesinarán entre sí para servir a los intereses de sus respectivas burguesías nacionales. Es así que la Rusia revolucionaria se retirará de la guerra y se concentrará en la disputa entre los ejércitos internos blanco vs. rojo, y una vez que éste último triunfara, se abocará a la consolidación de la revolución al interior de su vasto territorio. Ideológicamente, lo que dice Lenin es: “la verdadera división de la humanidad no es entre países sino entre burgueses y proletarios. Porque seguramente los burgueses de un país se van a aliar con los burgués de otro para poder explotar en conjunto a los proletarios. Entonces no le demos el gusto a las guerras que nos impone el capitalismo. Las verdaderas guerras son las guerras revolucionarias, no las guerras internacionales, sino  las guerras de clases”. Interpretando ese principio histórico de Marx, que la verdadera lucha de la humanidad es la lucha de clases, y no la lucha entre países. Lenin aplica de manera absolutamente ortodoxa la doctrina marxista.

El nuevo Estado soviético toma en su poder la totalidad absoluta de los medios de producción. Es el Estado el que se apodera de la plusvalía y la distribuye socialmente. No hay distribución privada de la plusvalía. No hay más partidos políticos, hay un solo partido político que es el partido del proletariado. Y por eso Marx le había puesto el nombre de “dictadura del proletariado” a este proceso. Nosotros hoy vemos a la dictadura con una connotación negativa, claramente, pero Marx lo plantea con una connotación positiva. Dice que no puede haber más de un partido político. Porque los partidos políticos constituyen un sistema que organiza la burguesía para que se difundan cuestiones superestructurales, siempre y cuando no se toque la infraestructura. En cambio, como lo que se pretende es modificar la infraestructura, hay un solo partido político válido que es el que sostiene la revolución, y las elecciones se darán en los soviets. Ellos no admiten la crítica burguesa de que no hay elecciones, sino que hay elecciones al interior de los distintos niveles de organización del proletariado. Porque el fin último del marxismo es llegar a lo que Marx denomina la sociedad sin clases. En la medida que el Estado se apodera de la plusvalía y la redistribuye socialmente, no hay más clases sociales. Obviamente, esto dicho desde la teoría marxista. Y, al cabo de setenta años, uno tiene el derecho a preguntarse: ¿por qué razones los rusos detestaron y deploraron su sistema, si vivían en una sociedad sin clases donde todo el mundo ganaba igual, todo el mundo era feliz? ¿Qué fue lo que pasó?

Yo estoy reproduciendo la teoría. El objetivo era llegar a una sociedad sin clases, que no necesitara tener partidos políticos, porque los partidos políticos lo que hacen es consolidar el sistema de clases. Con un solo partido político, el del proletariado, alcanza.

El sindicato es una institución del sistema capitalista. En China no hay sindicatos. Desde luego que se reemplazan por otro tipo de organizaciones. No es que todo el mundo está en silencio, callado. Hay organizaciones de base, barriales, revolucionarias. En definitiva, los soviets eran eso. La organización soviética es la multiplicación de soviets, pequeñas unidades de producción que responden a metas preestablecidas en niveles superiores. Y ahí se discutían y se elegían, entre los obreros de la fábrica, los delegados de la fábrica y demás, y así se iba subiendo. También había discusión de ideas. Pero no es una discusión típica del sistema burgués o del sistema capitalista. En la actualidad, quedan muy pocos países que vivan con un atisbo de esto. Ahora uno podría decir que quedan Cuba y Corea del Norte con el sistema soviético. China es un país comunista desde el punto de vista político, y capitalista desde el punto de vista económico: “un país, dos sistemas”.

Justamente aquella expansión del capitalismo más allá de las fronteras de los países, es lo que lo convierte en un sistema internacional. No es un sistema económico nacional. Es lo que lleva al colonialismo y lleva a Lenin a contestarle con el concepto: “proletarios del mundo uníos”. Es decir, el proletariado no puede dar una lucha nacional, tiene que dar una lucha internacional. Lenin alienta, como les decía, de manera absolutamente ortodoxa, la doctrina marxista. Por ejemplo, otra de las primeras cosas que hace es suprimir el culto religioso. El cristianismo ruso era, y todavía sigue siendo un cristianismo muy fuerte. Tal es así que el cristianismo ortodoxo ruso es una de las vertientes del cristianismo más fuerte, junto con el protestantismo y con la Iglesia católica. Y Lenin lo prohíbe, ya que sostiene, junto con Federico Engels, que “la religión es el opio de los pueblos”. Las enseñanzas religiosas también tienden a organizar la sociedad en términos de explotación, de resignación, y no estimulan la resistencia a la opresión económica. Entonces, prohíbe el culto, y, en los primeros años de la revolución, cuestiona la composición de la familiar tradicional, desde el momento que ésta es, justamente, el soporte que tiene el capitalismo para poder desarrollarse. Porque fomenta el individualismo, fomenta una cosa detestada por el marxismo que es la herencia. Es decir, la familia capitalista lo que hace es acumular renta económica que en un determinado momento pudo haber tenido origen en la producción, pero que después reproduce la ganancia sin trabajo. Porque dice: los descendientes de un empresario muy exitoso, pueden no haber trabajado nunca en su vida pero van a tener el derecho de herencia. Entonces suprimen el derecho de herencia y suprimen la composición de la familia tradicional. Así se arman grupos de crianza y  socialización de los chicos, y los saca de las familias. La educación de los chicos ya no va a estar en manos de la familia burguesa sino de centros colectivos de socialización. Es decir, no solamente expropió la propiedad privada de los medios de producción, sino que también suprime en culto religioso y expropia a los hijos de las familias burguesas, y se los da al Estado.

Ahora bien, estas dos últimas instituciones que implanta Lenin en los primeros tiempos de la revolución, lo de la religión y lo de las familias, generan tal malestar en la población, que el impulso económico que él creía que se iba a plantear, terminó, al cabo de los dos o tres primeros, no sólo no se dio, sino que se terminó empobreciendo aún más todavía a la sociedad rusa, y por lo tanto generando un malestar contrarrevolucionario muy grande. Tan es así, que Lenin lo que tiene que hacer en 1920, tres años después, fue volver atrás con estas leyes. Y vuelve a permitir el culto, porque de lo contrario se producían los servicios religiosos de manera clandestina. La gente tenía los altares y ejercía la religión en su casa, y no en los templos, porque estaba prohibido, pero el culto seguía igual. Y además se negaba a desprenderse de sus hijos, y es así, que, en 1920, Lenin lanza lo que el denomina, la “nueva política económica” la ‘NEP’, como el gran salto hacia adelante, cuando él reconoce eso, dice: “tenemos que dar un paso atrás desde la ortodoxia revolucionaria para dar dos pasos adelante”. Restituye a los hijos a su familia de sangre, vuelve a permitir el culto religioso, y se queda solamente con la centralización de la planificación económica y con los medios de producción. Lenin muere en 1924. Hay una disputa muy fuerte entre Stalin y Trotsky por la sucesión de Lenin, que ganó Stalin, y gobernó Rusia de ahí hasta 1955, cuando muere.

Stalin genera un proceso mucho más autoritario que el de Lenin, desde el punto de vista político al interior de la Unión Soviética. Con purgas masivas de millones de personas a Siberia, pero a pesar de eso, convierte a Rusia en principal potencia económica y en uno de los dos principales responsables, junto con los EE.UU., de ganar la Segunda Guerra Mundial y derrotar al nazismo. Y es a partir de que termina la Segunda Guerra Mundial, con una parte de Europa dominada por los EE.UU., y la otra parte, liderada por la Rusia de Stalin, el mundo queda dividido en dos.

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