Proyecto de Ley establecimiento del BCRA como comprado privilegiado de oro
ARTICULO 1º.- De acuerdo a lo dispuesto por los artículos 3, 4, 18 y 33 de Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina Ley Nº 24.144 y sus modificaciones, se establece a dicha entidad como comprador privilegiado o en primera instancia de la producción de metal de oro refinado que tenga lugar en todo el territorio de la República Argentina.
ARTICULO 2º.- El Banco Central de la República Argentina establecerá para cada año, en función de las necesidades financieras, las cuotas de la producción del metal sobre las que hará uso del derecho como comprador privilegiado o en primera instancia. Los montos restantes de la producción serán de libre disponibilidad para las respectivas empresas productoras de acuerdo a las leyes vigentes que rigen dicha actividad.
ARTICULO 3º.- El Banco Central de la República Argentina establecerá el precio de compra del metal de oro. Para la determinación del precio del metal se deberá tener en cuenta los costos internos de extracción de dicho metal y los pasivos ambientales derivados de la actividad.
ARTICULO 4º.- La Secretaría de Minería de la Nación será la encargada de determinar los costos internos de extracción y la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable será la encargada de calcular el costo del impacto ambiental. Ambos índices serán de referencia insoslayable para la fijación del precio de compra del metal de oro, que bajo ninguna circunstancia podrá ser superior a los precios de mercado.
ARTICULO 5º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional
FUNDAMENTOS
Sr. Presidente,
En la historia de la economía, el oro, como depositario de valor, ha permitido establecer relaciones entre los precios de los bienes, organizando un sistema de intercambio en el comercio internacional, estableciendo además las bases de un sistema monetario internacional moderno. Actuó así como reserva y medida de valor.
Esa fusión de la carga simbólica del oro como metal precioso y de unidad de cuenta en monedas elaboradas en oro fue un elemento esencial del proceso económico moderno. Las finanzas y el comercio internacional comenzaron a girar alrededor del oro. El estallido de la primera Gran Guerra y luego de la Segunda alteró ese funcionamiento, desplazando el cetro de la hegemonía económica mundial de Inglaterra a Estados Unidos. Entonces el papel moneda denominado dólar se convirtió en el medio de cambio aceptado a nivel internacional. Hasta 1972, el dólar, en teoría, estaba respaldado por el oro acumulado en la Reserva Federal en una relación de cambio fija. Desde ese año, Estados Unidos, para enfrentar sus crecientes desequilibrios macroeconómicos (déficit de comercio exterior), declaró la inconvertibilidad del dólar. La potencia económica estableció de ese modo que su moneda era la medida de equivalencia para las transacciones internacionales. Desapareció así el patrón oro, y emergió uno dominado por el dólar.
La cuestión más fascinante y llena de incertidumbres, que surge de la actual crisis global, reside en el actual cuestionamiento de ese patrón dólar. De cualquier manera los principales actores económicos de la Argentina pueden estar tranquilos puesto que los procesos de cambio en esta materia no son automáticos. Son con final abierto en un escenario futuro que hoy es desconocido. Pero eso no significa ignorar lo que está pasando. Por lo pronto, el Nobel Joseph Stiglitz afirmó que “el sistema de reserva global basado en el dólar ya está desgastado: el dólar demostró no ser una buena fuente de almacenamiento de valor”. En ese panorama reaparece el oro, con todo su brillo y seducción, superando los 1000 dólares la onza, como refugio de valor ante un esquema monetario global incierto.
Los profundos desequilibrios provocados por los déficits gemelos de Estados Unidos (fiscal y comercial) fueron financiados desde la década del ’70 por el resto del mundo. La emisión de dólares billetes y deuda fue absorbida por los países superavitarios, especialmente Japón y China, acumulando millonarias reservas en esa moneda. La actual crisis global agudizó esa situación de la economía estadounidense porque, además del desequilibrio estructural de esas cuentas, se sumó la instrumentación de inmensos paquetes de auxilio para bancos, compañías de seguro y automotrices.
Esos billones de dólares adicionales en circulación, que hoy se traduce en una elevada liquidez que está alimentando una nueva burbuja internacional, plantea interrogantes acerca de esa moneda de referencia. Los principales tenedores de dólares fuera de Estados Unidos se enfrentan a un dilema de supervivencia: gran parte de sus reservas está colocada en una moneda que se debilita, pero no pueden desprenderse de ella sin provocarse un daño mayor. En ese inestable equilibrio de la arquitectura financiera internacional comienza a desarrollarse una lenta pero persistente diversificación de activos. Y el oro aparece como uno estratégico, de refugio frente a un contexto mundial que está transitando un pausado sendero de decadencia del reinado de la actual moneda hegemónica.
Esto se traduce en alzas de commodities y de ciertos bienes-refugio. De todos modos, esa tendencia positiva tiene implícito lo que se denomina “ilusión monetaria”. La suba de precios de esos activos ofrece a los vendedores un estado de satisfacción porque reciben más dólares por sus productos entregados. Pero, en realidad, esa mayor cantidad de billetes tiene un menor valor por el retroceso de esa moneda de referencia. En ese contexto se tienen que entender ciertos movimientos de países petroleros que proponen abandonar al dólar como unidad de valor para sus barriles.
En ese turbulento escenario monetario, economías periféricas tienen la oportunidad, pero también la responsabilidad, de diseñar estrategias que les permita adaptarse de la mejor manera posible a esa situación. En ese sentido se inscriben iniciativas como la diversificación de reservas, los acuerdos de intercambio de monedas (como los swaps definidos por el Banco Central de Argentina con los de Brasil y China), la compensación de transacciones comerciales excluyendo al dólar y el proyecto de una moneda regional. En esa tendencia no se está incluyendo como aspecto estratégico la acumulación de oro como activo de reservas, ni la preservación de la riqueza en oro que se encuentra en la cuenca minera.
Resulta entonces fundamental diversificar las reservas internacionales de la Argentina, ante el escenario imprevisible en materia del dólar, o en todo caso es previsible que se vaya depreciando, lo que le produciría un fuerte perjuicio al país dado que sus reservas están casi todas en dólares. Por ejemplo, si el dólar se depreciara en los próximos 5 años en un 30%, las reservas nuestras actuales (46.000 millones de dólares) sufrirían una pérdida estimativa de valor de 14.000 millones de dólares, lo que equivale, para darle una dimensión clara, a 8 años de cobertura universal por hijo. O sea, que desde el punto de vista del interés nacional y social, sería muy importante ponerse a cubierto de una posible pérdida en ese sentido.
Por todo ello, y constituyendo nuestro deber como legisladores preservar el valor de nuestra moneda y nuestro recursos naturales, es que pongo este proyecto a disposición de mis pares solicitando su apoyo.
Expte: 5358-D-09